La voz es un talento
La voz es un talento que nos ha sido confiado y debe usarse para ayudar, alentar y fortalecer a nuestros semejantes. Si los padres aman a Dios y se mantienen en el camino del Señor para obrar con justicia y juicio, su lenguaje no tendrá sabor de sentimentalismo enfermizo. Será de índole sana, pura y edificante. Estén ellos en el hogar o fuera de él, sus palabras serán bien escogidas. No se rebajarán a la vulgaridad.
Los ángeles oyen las palabras que se pronuncian en el hogar. Por lo tanto, no regañéis; antes sea la influencia de vuestras palabras de tal índole que ascenderá al cielo como fragante incienso. Los padres deben mantener la atmósfera del hogar pura y fragante con palabras bondadosas, tierna simpatía y amor; pero al mismo tiempo deben ser firmes e inflexibles en cuanto a los buenos principios. Puede ser que si sois firmes con vuestros hijos ellos piensen que no los amáis. Podéis esperar tal cosa, pero nunca manifestéis dureza. La justicia y la misericordia deben darse la mano; no debe haber vacilación ni movimientos repulsivos.
Expresa la gracia íntima
El principal requisito del lenguaje es el de ser puro, bueno y sincero: "la expresión externa de una gracia interior". La mejor escuela para este estudio del lenguaje es el hogar". Sed puros en vuestro lenguaje. Cultivad un tono de voz que sea suave y persuasivo, no duro ni autoritario. Dad a los niños lecciones en el cultivo de la voz. Educad sus modos de hablar, hasta que no broten espontáneamente de sus labios palabras groseras o rudas cuando se les presenta alguna prueba. 169
Efecto de las palabras duras
En un hogar donde se pronuncian palabras duras, de reprensión e irritación, un niño llora mucho; y en su tierna sensibilidad se imprimen rastros de desgracia y discordia. Por lo tanto, madres, dejad que vuestro semblante se llene de sol. Sonreíd si podéis, y la mente y el corazón del niño reflejarán la luz de vuestro rostro como la placa pulida de un artista retrata los rasgos humanos. Aseguraos, madres, de que Cristo more en vosotras, para que la semejanza divina se grabe en la mente plástica de vuestro hijo.
No haya nota discordante
No permitáis que penetre en el hogar nada que se parezca a contienda o disensión. Hablad con amabilidad. Nunca se eleve vuestra voz hasta ser áspera. Conservad la calma. Desechad la censura y toda falta de veracidad. Decid a los niños que queréis ayudarles a prepararse para un cielo santo, donde todo es paz, donde no se oye una sola nota discordante. Sed pacientes con ellos en sus pruebas, que pueden pareceres pequeñas pero son grandes para ellos.
¿Alegría o sombra en las palabras?
Es importante que se enseñe a los niños y jóvenes a velar sobre sus palabras y acciones; porque su conducta produce sol o sombra, no sólo en su propio hogar, sino también para con todos aquellos con quienes se relacionen. Dirijan los padres tan sólo palabras amables a sus hijos; y los hijos; dirijan tan sólo palabras respetuosas a sus padres.
Males de las palabras de ira
Cuando dirigís palabras de ira a vuestros hijos, estáis ayudando a la causa del enemigo de toda justicia. Tenga cada niño una oportunidad justa desde su más tierna infancia. La obra de enseñanza debe comenzar en la infancia, y no ir acompañada de dureza ni irritación, sino de bondad y paciencia; y esta instrucción debe continuar hasta que los hijos lleguen a la edad adulta. ¡Cuánto daño producen en el círculo familiar las palabras 170 impacientes, pues una expresión de impaciencia de parte de uno de los miembros induce a otro a contestar de la misma manera y con el mismo espíritu. Luego vienen las palabras de represalias, y las de justificación propia, con las que se fragua un yugo pesado y amargo para vuestra cerviz; porque todas esas palabras acerbas volverán a vuestra alma en funesta cosecha.
Un voto sugerente
Sería bueno que cada hombre firmase la promesa de hablar bondadosamente en su casa y de permitir que la ley del amor rija sus palabras. Padres, no habléis nunca apresuradamente. Si vuestros hijos obran mal, corregidlos, pero con palabras impregnadas de ternura y amor. Cada vez que regañáis, perdéis una preciosa oportunidad de dar una lección de tolerancia y paciencia. Sea el amor el rasgo más destacado de vuestra corrección de lo malo.
La conversación en la mesa
Cuántas familias sazonan sus comidas diarias con dudas y preguntas. Disecan el carácter de sus amigos y lo sirven como delicado postre. Circula por la mesa un precioso trozo de calumnia, para que lo comenten, no solamente los adultos, sino también los niños. Esto deshonra a Dios. Sea la conversación de la familia en derredor de la mesa de un carácter tal que deje una influencia fragante en la mente de los niños. Padres y madres, hablad bondadosamente a vuestros hijos; recordad cuán sensibles sois vosotros mismos y cuán poca censura podéis soportar; reflexionad y reconoced que vuestros hijos son como vosotros. No les impongáis lo que vosotros mismos no podéis llevar. Si no podéis soportar la censura y la inculpación, tampoco lo pueden vuestros hijos, que son más débiles que vosotros y no pueden aguantar tanto. Sean vuestras palabras agradables y alegres como rayos de sol en la familia. Los frutos del dominio propio, la atención y el esmero que manifestéis se centuplicarán. 171
(Felicidad Y Armonía En El Hogar de E. G. de White)
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