jueves, 19 de octubre de 2017

XII. LA TRANSFORMACIÓN DEL TEMPERAMENTO: 60. “Conflicto Y Conformidad”

 

Los conflictos correctamente enfrentados desarrollan firmeza.
La vida espiritual se fortalece con el conflicto. Las pruebas, cuando se las sobrelleva bien, desarrollan la firmeza de carácter y las preciosas gracias espirituales. El fruto perfecto de la fe, la mansedumbre y el amor, a menudo maduran mejor entre las nubes tormentosas y la oscuridad.­ PVGM 41 (ed. PP); 37 (ed. ACES) (1900). 

Estamos librando una guerra.
 No nos hallamos empeñados en combates ficticios. Libramos un combate del que de penden resultados eternos. Tenemos que habérnoslas con enemigos invisibles. Ángeles malignos luchan por dominar a todo ser humano.­ MC 90 (1905). 

Los conflictos no son creados por Cristo.
 Estamos viviendo en un tiempo solemne. Se debe hacer una obra importante en favor de nuestras almas y de las demás; en caso contrario haremos frente a una pérdida infinita. Debemos ser transformados por la gracia de Dios, o perderemos el cielo, y por nuestra influencia otros lo perderán junto con nosotros. 576 Permítanme asegurarles que las luchas y los conflictos que tenemos que soportar al tratar de cumplir nuestro deber, la abnegación y los sacrificios que debemos manifestar si somos fieles a Cristo, no son obra suya. No son impuestos como resultado de una orden arbitraria o innecesaria; no provienen de la austeridad de la vida que él requiere que practiquemos en su servicio. Habría pruebas mayores y más difíciles si rehusáramos obedecer a Cristo y nos convirtiéramos en siervos de Satanás y esclavos del pecado.­ 4T 557, 558 (1881). 

La vida es un conflicto. 
La vida es un conflicto, y tenemos un enemigo que nunca duerme. El está vigilando constantemente para destruir nuestras mentes y desviarnos de nuestro precioso Salvador, quien dio su vida por nosotros.­ NB 321 (1915). 

Preparación del alma para la paz.
El Señor permite los conflictos a fin de preparar el alma para la paz.­ CS 691 (1888). La experiencia religiosa se obtiene sólo por medio de conflictos.- Con energía y fidelidad los jóvenes deben arrostrar las exigencias que se les hacen; y eso será una garantía de éxito. Los jóvenes que nunca hayan triunfado en los deberes temporales de la vida estarán igualmente sin preparación para dedicarse a los deberes superiores. La experiencia religiosa se obtiene solamente por el conflicto, por los chascos, por severa disciplina propia y por la oración ferviente. Los pasos que llevan hacia el cielo deben darse uno a la vez; y cada paso nos da fuerza para el siguiente. ­ CM 96, 97 (ed. PP); 79 (ed. ACES) (1913). 

Felicidad ahora mismo.
Yo no espero recibir toda mi felicidad en el más allá. Experimento felicidad ya a lo largo de mi camino. Sin embargo tengo pruebas y aflicciones; pero fijo la mirada en Jesús. Es en los lugares estrechos y difíciles 577 les donde él está precisamente a nuestro lado. Podemos comulgar con él y colocar nuestras cargas sobre Aquel que las lleva todas y decir: "Oh Señor, no puedo llevar por más tiempo estas cargas". Entonces él nos dice: "Mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 30). ¿Lo creéis? Yo lo he probado. Yo lo amo; lo amo. Veo en él un encanto inigualable. Y deseo alabarlo en el reino de Dios.­ NB 321 (1915). 

Dos principios antagónicos.
 El reino de Dios viene sin manifestación exterior. El evangelio de la gracia de Dios, con su espíritu de abnegación, no puede nunca estar en armonía con el espíritu del mundo. Los dos principios son antagónicos. "Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente" (1 Cor. 2: 14).­ DTG 470 (1898).

 No nos conformemos a los principios y costumbres del mundo.  
Como Israel, los cristianos ceden a menudo a la influencia del mundo, y se amoldan a sus principios y costumbres para ganar la amistad de los impíos; pero al fin se verá que estos supuestos amigos son sus enemigos más peligrosos. La Biblia enseña clara y expresamente que no puede haber armonía entre el pueblo de Dios y el mundo. "Hermanos míos, no os maravilléis si el mundo os aborrece" (1 Juan 3:13). Nuestro Salvador dice: "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros" (Juan 15: 18). Satanás obra por medio de los impíos, bajo el disfraz de una presunta amistad, para seducir a los hijos de Dios y hacerlos pecar, a fin de separarlos de él, y una vez eliminada la defensa de ellos, inducirá a sus agentes a volverse contra ellos y procurar su destrucción.­ PP 602 (1890). 

Fuego común y fuego sagrado.
 La verdad de Dios no ha sido magnificada en su pueblo creyente, porque no la han incorporado a su experiencia personal. Se conforman al 578 mundo y dependen de él para ejercer influencia. Permiten que el mundo los convierta, e introducen el fuego común para que tome el lugar del fuego sagrado con el fin de poder alcanzar la norma del mundo en su obra. No habría que hacer esos esfuerzos para imitar las costumbres del mundo. Ese es fuego común; no sagrado. El pan vivo no sólo debe ser admirado: también hay que comerlo. Ese pan que desciende del cielo da vida al alma. Es la levadura que absorbe todos los elementos del carácter para unirlos con el carácter de Cristo, y le da forma a todas las discutibles tendencias heredadas y cultivadas para que adquieran la semejanza divina.­ Ms 96, 1898. 

Cristo y la conformidad.
 ¡Qué maravillosa es la obra de la gracia en el corazón humano! Da sabiduría al ser humano para que use los talentos, que son los medios, no para la complacencia propia sino para la abnegación, a fin de impulsar la obra misionera. Cristo, el Hijo de Dios, fue un misionero enviado a nuestro mundo. El dice: "Si alguien quiere seguirme, deje todo atrás". Uds. no pueden amarlo si copian las modas del mundo y disfrutan de la compañía de los mundanos.­ Carta 238, 1907. 

La conformidad con el mundo rebaja las normas.
 Al conformarse la iglesia a las costumbres del mundo, se vuelve mundana; pero esa conformidad no convierte jamás al mundo a Cristo. A medida que uno se familiariza con el pecado, éste aparece inevitablemente menos repulsivo. El que prefiere asociarse con los siervos de Satanás dejará pronto de temer al señor de ellos. Cuando somos probados en el camino del deber, cual lo fue Daniel en la corte del rey, podemos estar seguros de la protección de Dios; pero si nos colocamos a merced de la tentación, caeremos tarde o temprano.­ 
CS 563 (1888). 

La conformidad con el mundo pervierte gradualmente los principios correctos.
 La conformidad con el mundo le está 579 haciendo perder su identidad a nuestro pueblo. La perversión de los principios rectos no se ha producido repentinamente. El ángel del Señor me presentó este asunto por medio de símbolos. Me parecía como si un ladrón se estuviera acercando sigilosamente cada vez más, en forma gradual pero segura, para robar la identidad de la obra de Dios al inducir a nuestros hermanos a conformarse con las costumbres del mundo. La mente del hombre ha ocupado el lugar que por derecho le pertenece a Dios. No importa qué cargo desempeñe un hombre, no importa cuán exaltada sea su posición, debería obrar como Cristo lo haría si estuviera en su lugar. En cada aspecto de la obra que él lleve a cabo, en sus palabras y en su carácter, debería ser semejante a Cristo.­ Ms 96, 1902. 

Unidad sí, pero no a costa de la conformidad con el mundo.  
Algunos que profesan ser leales a la ley de Dios se han apartado de la fe y han humillado a su pueblo hasta el polvo, presentándolo como si fuera uno de los mundanos. Dios ha visto esto, y ha tomado nota de ello. Ha llegado el tiempo cuando, no importa cuánto cueste, debemos ocupar el puesto que Dios nos ha asignado. Los adventistas del séptimo día debemos estar de pie ahora, separados y diferentes, un pueblo al cual el Señor llama suyo. Mientras no lo hagan, Dios no será glorificado por ellos. La verdad y el error no pueden permanecer en sociedad. Ubiquémonos donde el Señor nos ha dicho que debemos estar... Debemos luchar por la unidad pero no descender al nivel inferior de la conformidad con los procedimientos del mundo y la unión con las iglesias populares.­ Carta 113, 1903. 

Una línea de demarcación.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día necesita una obra de reforma profunda y cabal. No se debe permitir que el mundo corrompa los principios del pueblo que guarda los Mandamientos de Dios. Los 580 creyentes deben ejercer una influencia que dé testimonio del poder de los principios celestiales. Quienes se unen con la iglesia deben dar evidencia de un cambio de principios. A menos que esto se haga, a menos que se preserve cuidadosamente la línea de demarcación entre la iglesia y el mundo, el resultado será la asimilación de éste. Nuestro mensaje para la iglesia y nuestras instituciones es: "arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3: 2). Hay que atesorar los atributos del carácter de Cristo, y éstos deben ser un poder en las vidas del pueblo de Dios.­ Ms 78, 1905. 

La costumbre está en guerra con la naturaleza.
 Nuestra civilización artificial fomenta males que anulan los sanos principios. Las costumbres y modas están en pugna con la naturaleza. Las prácticas que imponen, y los apetitos que alientan, aminoran la fuerza física y mental y echan sobre la humanidad una carga insoportable. Por doquiera se ven intemperancia y crímenes, enfermedad y miseria.­ MC 87 (1905). 

Una costumbre puede ser adoptada cuando no viola los principios. 
Cuando las costumbres de la gente no entran en conflicto con la Ley de Dios, ustedes pueden conformarse a ellas. Si los obreros no actúan así, no solamente estorbarán su propio trabajo, sino que pondrán obstáculos en el camino de aquellos por quienes trabajan, y les impedirán que acepten la verdad.­ RH, 6 de abril de 1911.

 Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan cuidadosa y circunspectamente delante de Dios. Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los principios de salud. Nuestras hermanas vístanse sencillamente, como muchas lo hacen; que el vestido sea de material bueno y durable, apropiado para su edad; y que la cuestión del vestido no llene sus mentes. Nuestras hermanas debieran vestirse con sencillez, con ropa modesta, con 581 pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del adorno interno de la gracia de Dios.­ CN 388 (1897). 

Separados de las costumbres del mundo.
 Así como Dios dio a conocer su voluntad a los cautivos hebreos, que se habían apartado de las costumbres y prácticas de un mundo que yacía en maldad, comunicará el Señor la luz del cielo a todos los que aprecien un "Así dice Jehová". A ellos les comunicará su mensaje. A los que estén menos ligados a las ideas del mundo y más separados de la ostentación, la vanidad, el orgullo y el deseo de ocupar cargos elevados, a los que se ponen de pie para ser su pueblo peculiar, celoso de buenas obras; a éstos les revelará el significado de su palabra.­ Carta 60, 1898; (CW 101, 102). 

Las razones de la inconformidad (un mensaje a los creyentes).
 ¿Por qué, como profesos cristianos, estamos mezclados con el mundo hasta el punto de perder de vista la eternidad, a Jesucristo y al Padre? ¿Por qué ­pregunto­ hay tantas familias desprovistas del Espíritu de Dios? ¿Por qué hay tantas familias que tienen tan poco de la vida, el amor y la semejanza de Jesucristo? Se debe a que no conocen a Dios. Si conocieran al Señor, si lo contemplaran por fe por medio de Jesucristo, que vino a este mundo a morir por el hombre, verían tan inmaculados encantos en el Hijo, que al contemplarlo se transformarían a su misma imagen. Ahora pueden ver el error de conformarse con el mundo.­ Ms 12, 1894. 

Los principios de la verdad deben circular por la corriente vital.  
Podemos impedir la conformidad con el mundo aferrándonos a la verdad, alimentándonos de la Palabra de Dios, de modo que sus principios circulen por toda la corriente vital e impriman esta Palabra en el carácter. Cristo nos exhorta por medio del apóstol Juan: "No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al 582 mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2: 15). Este es un lenguaje claro, pero es la medida de Dios para el carácter de cada ser humano.­ Ms 37, 1896. 583  EGW. Mente Carácter y Personalidad 2 

domingo, 15 de octubre de 2017

XII. LA TRANSFORMACIÓN DEL TEMPERAMENTO: 59. "La Formación Del Carácter"


Cada acto ejerce influencia sobre el carácter.- 
Todo acto de la vida, por poco importante que parezca, ejerce su influencia en la formación del carácter. Un buen carácter es la más preciosa de todas las posesiones mundanales, y la obra de formarlo es la más noble a la que pueda dedicarse el hombre.­ 4T 657 (1881).

La mente es el huerto; el carácter es el fruto.- 
Cada facultad del hombre es un obrero que está construyendo para el tiempo y la eternidad. Cada día la estructura se eleva más y más, aunque su poseedor no se dé cuenta de ello. Es un edificio que debe ser levantado a modo de un fanal de advertencia contra la deformidad; una estructura que Dios y los ángeles puedan admirar por su armonía con el Modelo divino. 

Las facultades mentales y morales 
que Dios nos ha dado no constituyen el carácter. 
Son talentos que debemos emplear y que, si se los usa correctamente, formarán un carácter recto.

 Alguien puede tener preciosas semillas en la mano, pero esas semillas no son un huerto. Hay que plantar la semilla antes que se convierta en árbol. La mente es 566 el huerto; el carácter es el fruto. Dios nos ha dado facultades para que las cultivemos y las desarrollemos. La conducta que seguimos determina nuestro carácter. Adiestrar esas facultades de manera que armonicen y desarrollen un carácter valioso, es una obra que sólo nosotros podemos hacer.­ 4T 606 (1881). 

 Un carácter noble se forma como consecuencia de duras batallas contra el yo.- 
Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Lo obtenemos mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias heredadas. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.­ PVGM 266 (ed. PP); 231 (ed. ACES) (1900). 

La meditación y la acción son esenciales.-
La meditación abstracta no basta; tampoco lo es la actividad constante. Las dos son esenciales para la formación del carácter cristiano.­ 
5T 113 (1882).

 Desarrollemos buenos hábitos mentales.- 
Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar, debemos formar hábitos correctos con respecto a nuestra vida religiosa. La oración diaria es tan esencial para el crecimiento en la gracia, e incluso para la vida espiritual misma, como el alimento temporal lo es para el bienestar físico. Deberíamos acostumbrarnos a elevar a menudo nuestros pensamientos a Dios en oración. Si la mente divaga, debemos traerla de vuelta a su lugar; mediante un esfuerzo perseverante, el hábito finalmente lo hará todo fácil. No nos podemos separar ni un instante de Cristo y estar seguros. Necesitamos que 567 su presencia nos ayude a cada paso, pero sólo si cumplimos las condiciones que él mismo ha impuesto.­ RH, 3 de mayo de 1881; (SL 93). 

El propósito ferviente y la integridad inquebrantable son esenciales.-
 El esmero es necesario para tener éxito en la formación del carácter. Debe haber un ferviente propósito para ejecutar el plan del Artífice maestro. La armazón debe ser sólida. No puede aceptarse trabajo descuidado, que no sea digno de confianza, porque arruinaría el edificio. Las facultades de todo el ser deben dedicarse al trabajo. Se requiere la fuerza y la energía de la virilidad; no debe malgastarse reserva alguna en asuntos sin importancia. . . Debe haber un esfuerzo ferviente, cuidadoso y perseverante para apartarse de las costumbres, máximas y compañías del mundo. La reflexión profunda, el ardiente propósito, y la firme integridad, son esenciales.­ CM 61 (ed. PP); 51 (ed. ACES) (1897). 

Mantengamos la vista fija en el blanco.- 
Pedro dice: "Añadid a vuestra fe el poder; y al poder, la ciencia; y a la ciencia, la templanza; y a la templanza, la paciencia; y a la paciencia, la piedad; y a la piedad, fraternidad; y a la fraternidad, amor" (2 Ped. 1: 5-7, VM). Al empezar no se tendrán presentes todos estos pasos sucesivos, ni se los contará; pero fijando la mirada en Jesús, y teniendo sólo en vista la gloria de Dios, progresaréis. No podéis alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y os sumiríais en la desesperación si pudieseis contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer. Tenéis que contender con Satanás, quien tratará por toda estratagema posible, de apartar vuestra mente de Cristo.­ 
MJ 42, 43 (1893). 

Fidelidad en las cosas pequeñas 
(consejo a un joven).- 
Su caso es similar en muchos aspectos al de Naamán. Ud. no cree que para perfeccionar un carácter cristiano hay que 568 considerar lo que se refiere a la fidelidad en las cosas pequeñas. Aunque le parezcan pequeñas las cosas que se le pide que haga, son deberes que tendrá que cumplir mientras viva. El descuido de esas cosas producirá una gran deficiencia en su carácter. Ud., mi querido hijo, debe adiestrarse para ser fiel en las cosas pequeñas. No puede agradar a Dios a menos que lo haga. No puede obtener amor y afecto a menos que haga las cosas como se le piden, con buena disposición y con placer. Si Ud. quiere que las personas con quienes vive lo amen, debe mostrarles amor y respeto.­ 2T 310 (1869). 

El carácter debe ser probado.- 
Hace una gran diferencia el material que se usa en la edificación del carácter. El largamente esperado día de Dios pronto probará la obra de cada hombre. "La obra de cada uno se hará manifiesta. . . 
por el fuego" (1 Cor. 3:13). Así como el fuego revela la diferencia entre el oro, la plata, las piedras preciosas, la madera, el heno y la hojarasca, así también el día del juicio pondrá a prueba los caracteres, mostrando la diferencia entre los caracteres formados a la semejanza de Cristo y los que son formados a la semejanza del corazón egoísta. 

Todo egoísmo, toda falsa religión aparecerán entonces tal como son. El material inservible será consumido, pero nunca perderá su valor el oro de la fe verdadera, sencilla y humilde. Nunca podrá ser consumido, porque es imperecedero. Se verá que una hora de transgresión es una gran pérdida, mientras que se contemplará que el temor de Jehová es el principio de la sabiduría. El placer de la complacencia propia perecerá como hojarasca, en tanto que permanecerá para siempre el oro de un principio firme, mantenido a cualquier costo.­ 6CBA 1087, 1088 (1900). 

Los caracteres indisciplinados son inestables.-
 Los caracteres formados por las circunstancias son inestables y discordantes; son una masa de contradicciones. Sus poseedores no tienen un elevado propósito en la vida. No ejercen una 569 influencia ennoblecedora sobre los caracteres de los demás. Carecen de propósito y no tienen poder.­ 4T 657 (1881).

 Nadie puede perjudicar más su carácter 
que uno mismo.- 
Es de esperar que circulen informes falsos acerca de nosotros, pero si seguimos una conducta recta, si permanecemos indiferentes ante esas cosas, otros también serán indiferentes. Dejemos a Dios el cuidado de nuestra reputación. . . La calumnia, con el tiempo puede desaparecer por nuestra manera de vivir; pero no desaparecerá con palabras de indignación. Sea nuestro gran anhelo comportarnos movidos por el temor de Dios, demostrando con nuestra conducta que dichos informes son falsos. 
Nadie puede perjudicar nuestro carácter tanto como nosotros mismos. Los árboles débiles y las cosas bamboleantes necesitan que se los apuntale continuamente. Cuando nos mostramos tan preocupados por proteger nuestra reputación contra los ataques externos, damos la impresión de que ella no es intachable delante de Dios y que, por lo tanto, hay que protegerla todo el tiempo.­ 3CBA 1179 (1887). 

Controlado por la voluntad.- 
Usted no puede dominar sus impulsos, sus emociones según lo desee, pero puede dominar la voluntad y realizar un cambio completo en su vida. Entregando su voluntad a Cristo, su vida quedará oculta con Cristo en Dios, y aliada al poder que está sobre todos los principados y potestades. Obtendrá de Dios fuerza que lo mantendrá firme en su fuerza; y una nueva luz, la luz de la fe viva, le será posible. . . Habrá en usted un poder, un fervor y una sencillez que lo harán instrumento pulido en las manos de Dios.­ 4TS 157, 158 (1889).

 Los defectos pueden ser vencidos.- 
No digáis que no podéis remediar vuestros defectos de carácter. Si llegáis a esta conclusión, dejaréis ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en vuestra propia voluntad. Si no queréis, no podréis vencer. La verdadera dificultad proviene 570 de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.­ PVGM 266 (ed. PP); 231 (ed. ACES) (1900). 

Para el corazón que llega a purificarse, todo cambia. La transformación del carácter es para el mundo el testimonio de que Cristo mora en el creyente. Al sujetar los pensamientos y deseos a la voluntad de Cristo, el Espíritu de Dios produce nueva vida en el hombre y el hombre interior queda renovado a la imagen de Dios. Hombres y mujeres débiles y errantes demuestran al mundo que el poder redentor de la gracia puede desarrollar el carácter deficiente en forma simétrica, para hacerlo llevar abundantes frutos.­ PP 175 (1917). 

Los caracteres defectuosos a veces se heredan.- 
Entre los niños y jóvenes, hay que tratar con toda clase de caracteres, cuyas mentes son impresionables. Muchos de los niños que asisten a nuestras escuelas no han tenido la debida preparación en el hogar. A algunos se los dejaba hacer como querían; a otros se los criticaba y desalentaba. Se les ha manifestado muy poca disposición placentera y alegre; se les han dirigido muy pocas palabras de aprobación. Han heredado los caracteres deficientes de sus padres, y la disciplina del hogar no les ha ayudado en la debida formación del carácter.­ CM 184 (ed. PP); 149 (ed. ACES) (1913). 

Los defectos se fortalecen con los años.-
 Los niños aprenden lecciones que son difíciles de desaprender. Cada vez que se los somete a restricciones a las cuales no están acostumbrados, o se les pide que se dediquen a estudiar con intensidad, recurren a sus poco juiciosos padres en procura de simpatía y complacencia. De este modo se fomenta un espíritu de inquietud y descontento, la escuela en su conjunto sufre bajo esa influencia desmoralizadora, y la carga del maestro resulta mucho más pesada. Pero la pérdida más grande la sufren las víctimas de esa desorientación paterna. Los defectos de carácter que un correcto adiestramiento 571 podría haber corregido, permanecen así y se fortalecen con los años, para perjudicar y hasta destruir la utilidad de su poseedor.­ RH, 21 de marzo de 1882; (FE 65). 

La complacencia desestabiliza el carácter.- 
En algunas familias, los deseos del niño son ley. Se le da todo lo que desea. Se fomenta su disgusto por lo que no le gusta. Se supone que esas complacencias lo hacen feliz, pero son esas mismas cosas las que lo hacen desasosegado, descontento e imposible de satisfacer. La complacencia ha echado a perder su gusto por el alimento sencillo y saludable, por el uso recto y útil de su tiempo; la complacencia ha hecho la obra de desquiciar aquel carácter para el tiempo y la eternidad.­ 
CN 254 (1897). 

Hay que disciplinar la mente y el corazón.- 
Los niños a quienes se les permite que hagan lo que les da la gana, no son felices. El corazón no subyugado no posee en sí mismo los elementos del reposo y el contentamiento. Hay que disciplinar la mente y el corazón, y someterlos a una restricción adecuada, para que el carácter armonice con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. La inquietud y el descontento son los frutos de la complacencia y el egoísmo. El suelo del corazón, como el de un jardín, producirá malezas y espinas, a menos que se siembren en él semillas de preciosas flores, y que éstas reciban cuidado y cultivo. Lo mismo que ocurre en la naturaleza visible, acontece en el alma humana.­ 4T 202, 203 (1876). 

Los hábitos formados en la juventud 
marcan el curso de la vida.- 
Cada joven determina la historia de su vida por los pensamientos y sentimientos acariciados en sus primeros años. Los hábitos correctos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se convertirán en parte del carácter y, por regla general, señalarán el curso del individuo para toda la vida. Los jóvenes pueden convertirse en depravados o virtuosos por elección propia. Pueden llegar tanto a distinguirse 572 por hechos dignos y nobles como por grandes crímenes y maldad.­ CN 181 (1910). 

Una experiencia que se vive día tras día.- 
El intelecto recibe continuamente su molde por las oportunidades y ventajas mal o bien aprovechadas. Día tras día formamos caracteres que colocan a los estudiantes, como soldados bien disciplinados, bajo el estandarte del príncipe Emanuel, o como rebeldes bajo el estandarte del príncipe de las tinieblas.­ CN 185 (1880). 

Cómo se forma el carácter 
(consejo a una madre).- 
Tratar con las mentes humanas es un trabajo muy delicado. La disciplina necesaria para uno quebrantaría a otro; por lo tanto, padres, estudiad el carácter de vuestros hijos. Nunca seáis rudos ni actuéis por impulso. He visto a una madre arrebatar de la mano de su hija algo que le estaba proporcionando un placer especial, y la niña no entendía la causa de la privación. La pequeña rompió a llorar públicamente por sus sentimientos sometidos e injuriados. Luego la madre detuvo su llanto dándole un duro castigo, y hasta donde la apariencia exterior lo demostraba, la batalla había terminado. Pero la batalla dejó su impresión en la tierna mente de la niña, y esa impresión no podrá ser borrada fácilmente. Le dije a la madre: "Ud. está profundamente equivocada respecto de su hijita. Ha golpeado su alma y ha hecho que ella perdiera la confianza en Ud. No sé cómo podrá restaurarla". 

Esa madre fue muy insensata; ella se dejó arrastrar por sus sentimientos y no actuó cautelosamente, razonando de causa a efecto. Su conducción áspera, poco juiciosa, excitó las peores pasiones en el corazón de su hija. Actuar por impulso en el gobierno de la familia es la peor manera de actuar. Cuando los padres contienden con sus hijos ­en cualquiera de sus formas­ sobreviene una lucha desigual. ¡Cuán injusto es oponer años y fuerza madura al desamparo y la ignorancia de un niño pequeño! 

Cada exhibición de 573 ira de parte de los padres confirma la rebelión en el corazón de los niños. No es mediante un acto que se forma el carácter, sino por una repetición de actos que se establecen los hábitos y se confirma el carácter. Para tener un carácter semejante al de Cristo es necesario actuar como lo hacía Cristo. Los cristianos mostrarán un carácter santo y sus acciones e impulsos serán motivados por el Espíritu Santo.­ ST, 6 de agosto de 1912. 

La importancia de la perseverancia.- 
Al perfeccionar un carácter cristiano, es esencial perseverar en el bien hacer. Quisiera impresionar a nuestros jóvenes con la importancia de la perseverancia y la energía en la obra de la formación del carácter. Desde los más tempranos años es necesario entretejer en el carácter principios de severa integridad, para que los jóvenes de ambos sexos puedan alcanzar, al llegar a adultos, la más alta norma personal. Deberían tener siempre presente el hecho de que han sido comprados por precio, y deberían glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, los cuales son de él.­ MJ 42 (1893). 

La utilidad depende de la decisión personal.- 
Si bien los padres son responsables de la estampa del carácter así como de la educación y preparación de sus hijos e hijas, es cierto también que nuestra posición y utilidad en el mundo dependen, en gran medida, de nuestra propia conducta. Daniel y sus compañeros disfrutaron los beneficios de la debida preparación y educación en los primeros años de la vida, pero estas ventajas de por sí no los habrían hecho lo que fueron. Llegó el tiempo cuando debían actuar por si mismos; cuando su futuro dependía de su propia conducta. Entonces decidieron ser leales a las lecciones que les fueron enseñadas en la niñez. El temor de Dios, que es el principio de la sabiduría, fue el fundamento de su grandeza. El Espíritu de Dios fortaleció todo verdadero propósito, toda noble resolución.­ CRA 33 (1890). 574 

Una filosofía falsa y peligrosa.- 
El espiritismo asegura que los hombres son semidioses no caídos; que "cada mente se juzgará a sí misma"; que el "verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda ley"; que "todos los pecados cometidos son inocentes", porque "todo lo que existe es correcto", y porque "Dios no condena". Pretende que los seres humanos más viles están en el cielo, exaltados. Declara a todos los hombres: "No importa qué hagáis; vivid como os plazca; el cielo es vuestro hogar". Multitudes llegan así a creer que el deseo constituye la ley suprema, que el desenfreno es libertad, y que el hombre es responsable solamente ante sí mismo.­ Ed 227, 228 (1903). 

 Cómo ser vencedores.- 
Debemos hacer frente a todos los obstáculos colocados en nuestro camino y vencerlos uno a uno. Si vencemos la primera dificultad, seremos más fuertes para afrontar la segunda y con cada esfuerzo nos haremos más capaces de progresar. Podemos ser vencedores, contemplando a Jesús. Pero cuando fijamos la mirada en las dificultades y esquivamos las batallas serias en favor del bien, nos volvemos débiles e incrédulos.­ MJ 43 (1893). 

Una entrega total todos los días.- 
Dando un paso después de otro se puede subir la más elevada cuesta, y llegar finalmente a la cima del monte. No os sintáis abrumados por la gran cantidad de trabajo que tenéis que hacer en el espacio de vuestra vida, pues no se requiere de vosotros que lo hagáis todo a la vez. Aplicad toda facultad de vuestro ser a la tarea del día, aprovechad toda preciosa oportunidad, apreciad las ayudas que Dios os da y avanzad paso a paso por la escalera del progreso. Recordad que habéis de vivir sólo un día a la vez, que Dios os ha dado ese día, y los registros celestiales mostrarán cómo habéis valorado sus privilegios y oportunidades. Ojalá aprovechéis cada día que Dios os ha dado de modo tal, que al fin el Maestro diga de vosotros: "Bien, buen siervo y fiel" (Mat. 25: 23).­ MJ 43 (1893). 575 
EGW. Mente Carácter y Personalidad 2