Busquen temprano a Dios
Los niños y los jóvenes deben empezar temprano a buscar a Dios, porque los hábitos y las impresiones que se adquieren temprano ejercen con frecuencia una influencia poderosa sobre la vida y el carácter. Por lo tanto, los jóvenes que quieran ser como Samuel, Juan y especialmente como Cristo, deben ser fieles en las cosas menores, apartándose de los compañeros que se proponen obrar mal y consideran que su vida en el mundo debe consistir en placeres egoístas. Muchos de los deberes domésticos menudos se pasan por alto como cosas sin importancia; pero si se descuidan las pequeñeces, también se descuidarán los deberes mayores. Queréis llegar a ser hombres y mujeres sanos, dotados de sin carácter puro, sólido y noble.
Comenzad a obrar así en casa; asumid los deberes pequeños y cumplidlos con esmero y exactitud. Cuando el Señor vea que sois fieles en lo poco, os confiará responsabilidades mayores. Tened cuidado acerca de cómo edificáis y de la clase de material que ponéis en la construcción. El carácter que modeláis ahora durará tanto como la eternidad. Permitid a Jesús que tome posesión de vuestra mente, vuestro corazón y vuestros afectos; obrad como obró Cristo, ejecutando concienzudamente los deberes domésticos, los pequeños actos de abnegación así como las acciones bondadosas, aprovechando los momentos con diligencia, manteniéndoos en guardia cuidadosa contra los pecados menudos y conservando gratitud en vuestro corazón por las pequeñas bendiciones, y mereceréis al fin un testimonio como el que se dio acerca de Juan y Samuel, y especialmente de Cristo: "Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres". 114
Debe hacerse una decisión individual
Velad, orad y obtened una experiencia personal en las cosas de Dios. Vuestros padres pueden enseñaros, pueden procurar guiar vuestros pies por sendas seguras; pero les resulta imposible cambiar vuestro corazón. Debéis entregarlo a Jesús y andar en la preciosa luz de la verdad que os ha dado. Asumid fielmente vuestros deberes en la vida familiar y por la gracia de Dios podréis crecer hasta alcanzar la estatura a la cual Cristo quiere que llegue un niño en él. En la infancia y la juventud podéis obtener experiencia en el servicio de Dios. Haced lo que sabéis es correcto. Obedeced a vuestros padres. Escuchad sus consejos; porque si aman y temen a Dios sienten la responsabilidad de educar, disciplinar y preparar vuestra alma para la vida inmortal. Recibid con agradecimiento la ayuda que quieren daros, y alegrad sus corazones sometiéndoos de buen grado a los dictados de su juicio más sabio. Así honraréis a vuestros padres, glorificaréis a Dios y llegaréis a ser una bendición para aquellos con quienes tratéis.
Deben orar para obtener ayuda
Los niños deben orar para obtener gracia con que resistir a las tentaciones que les vendrán, es decir las incitaciones a cumplir su propia voluntad y buscar su propio placer egoísta. Cuando pidan a Cristo que les ayude a prestar un servicio veraz, bondadoso, obediente, y a llevar las responsabilidades del círculo familiar, él oirá su sencilla oración. Jesús quiere que los niños y los jóvenes acudan a él con la misma confianza con que van a sus padres. Así como un niño pide pan a su madre o a su padre cuando tiene hambre, así quiere el Señor que le pidáis las cosas que necesitáis.
Jesús conoce las necesidades de sus hijos, y se deleita en escuchar sus oraciones. Los niños deben aislarse del mundo y de cuanto apartaría de Dios sus pensamientos. Considérense como estando a solas con Dios, cuyo ojo mira lo más íntimo del corazón y discierne el deseo del alma, y recuerden que pueden conversar con Dios. Luego, niños, pedid a Dios que haga en vuestro favor lo 115 que no podéis hacer vosotros mismos. Decídselo todo a Jesús. Abridle los secretos de vuestro corazón; pues su ojo escudriña lo más oculto del alma, y lee vuestros pensamientos como un libro abierto. Cuando le hayáis pedido las cosas necesarias para el bien de vuestra alma, creed que las recibiréis, y las tendréis.
Muchos hijos atienden a sus deberes domésticos como si fuesen tareas desagradables, y sus rostros indican claramente que así les resultan. Critican, murmuran, y nada hacen con buena voluntad. Esto no es obrar como Cristo; es manifestar el espíritu de Satanás, y si lo albergáis, seréis como él. Os sentiréis desgraciados vosotros mismos y haréis la vida miserable para cuantos os rodeen. No os quejéis acerca de cuánto tenéis que hacer y de cuán poco tiempo tenéis para divertiros; sed antes serviciales y cuidadosos. Al dedicar vuestro tiempo a algún trabajo útil, estaréis cerrando una puerta a las tentaciones de Satanás. Recordad que Jesús no vivió para agradarse a sí mismo, y que debéis ser como él. Haced de esto un asunto de principios religiosos, y pedid a Jesús que os ayude. Ejercitando vuestra mente en este sentido, os prepararéis para llevar cargas en la causa de Dios así como las llevasteis en el círculo del hogar. Ejerceréis buena influencia sobre los demás y los ganaréis para que sirvan a Cristo.
La recompensa divina para los que sean como Daniel
Se necesitan ahora hombres que, como Daniel, se atrevan a obrar. En el mundo de hoy se necesita tener un corazón puro y fuerte, y una mano intrépida. Dios quiso que el hombre mejorase constantemente y se elevase diariamente a un peldaño más alto en la escala de la excelencia. Nos ayudará si procuramos ayudarnos a nosotros mismos. Nuestra esperanza de felicidad en ambos mundos depende de que progresemos en uno de ellos. Amados jóvenes, Dios os invita a hacer una obra que podéis hacer por su gracia. "Os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto". Destacaos en la dignidad que Dios os ha dado como hombres y mujeres. Revelad en vuestros gustos, apetitos y hábitos una pureza que se compare con la manifestada por Daniel. 116 Dios os dará en recompensa nervios serenos, un cerebro despejado, un juicio inalterado y percepciones agudas, Los jóvenes de hoy que tengan principios firmes y resueltos serán bendecidos con salud del cuerpo, la mente y el alma.
Deben empezar ahora
La juventud está ahora decidiendo su destino eterno, y quiero suplicaros que consideréis el mandamiento al cual Dios agregó esta promesa: "Porque tus días se alarguen en la que Jehová tu Dios te da". Niños, ¿deseáis la vida eterna? entonces respetad y honrad a vuestros padres. No hiráis ni agraviéis su corazón; no les hagáis pasar noches de insomnio, ansiedad y angustia que les causen vuestros casos. Si habéis pecado al no tributarles amor y obediencia, empezad ahora a redimir lo pasado. No podéis asumir otra conducta; porque esta significaría perder la vida eterna.117
(Felicidad Y Armonía En El Hogar de E. G. de White)
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