martes, 8 de octubre de 2019

XIV. LOS PENSAMIENTOS Y SU INFLUENCIA: 74. LAS DUDAS.


Misterios que no podemos sondear.
La Palabra de Dios, como el carácter de su divino Autor, presenta misterios que nunca podrán ser plenamente comprendidos por seres finitos. La entrada del pecado en el mundo, la encarnación de Cristo, la regeneración, la resurrección y otros muchos asuntos que se presentan en la Biblia, son misterios demasiado profundos para que la mente humana los explique, o aun para que los capte plenamente siquiera. Pero no tenemos razón para dudar de la Palabra de Dios porque no podamos entender los misterios de su providencia.  
En el mundo natural estamos siempre rodeados de misterios que no podemos sondear. Aun las formas más humildes de la vida presentan un problema que el más sabio de los filósofos es incapaz de explicar. Por todas partes se presentan maravillas que superan nuestro conocimiento. ¿Debemos sorprendernos de que en el mundo espiritual haya también misterios que no podamos sondear? La dificultad está únicamente en la debilidad y estrechez de la mente humana. Dios nos ha dado en las Santas Escrituras pruebas suficientes del carácter divino de ellas, y no debemos dudar de su Palabra porque no podamos entender los misterios de su providencia.­ CC 107, 108 (1892). 698

La posibilidad de dudar no se ha eliminado.
Si bien es cierto que Dios ha dado pruebas evidentes para la fe, él no quitará jamás todas las excusas que pueda haber para la incredulidad. Todos los que buscan motivos de duda los encontrarán. Y todos los que rehusan aceptar la Palabra de Dios y obedecerla antes que toda objeción haya sido apartada y que no se encuentre más motivo de duda, no llegarán jamás a la luz.
La desconfianza hacia Dios es producto natural del corazón irregenerado, que está en enemistad con él. 
Pero la fe es inspirada por el Espíritu Santo y no florecerá más que a medida que se la fomente. Nadie puede robustecer su fe sin un esfuerzo determinado. La incredulidad también se robustece a medida que se la estimula; y si los hombres, en lugar de meditar en las evidencias que Dios les ha dado para sostener su fe, se permiten ponerlo todo en tela de juicio y entregarse a cavilaciones, verán confirmarse más y más sus dudas.­ CS 582 (1888).

El peso de la evidencia.
Los que desean dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. El da evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evidencia. Dios da suficiente evidencia para que el espíritu sincero pueda creer; pero el que se aparta del peso de la evidencia porque hay unas pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado en la atmósfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá su fe.­ 2JT 290 (1889).

No confíe en los sentimientos (consejo a alguien que dudaba).
El gran plan misericordioso consiste desde el principio del tiempo en que cada alma afligida confíe en el amor de Dios. Su seguridad en este momento, cuando su mente está torturada por la duda, se basa en el hecho de que no debe confiar en sus sentimientos sino en el Dios viviente. 699 Todo lo que el Señor le pide es que ponga su confianza en él, reconociéndolo como su fiel Salvador, que lo ama y le ha perdonado todos sus errores y equivocaciones.­ Carta 299, 1904.

Ningún pensamiento de duda debería ver 
la luz del día.
Velad tan fielmente como lo hizo Abrahán para que los cuervos o las aves de presa no se posen sobre vuestros sacrificios u ofrendas a Dios. Hay que cuidar cada pensamiento de duda, de tal modo que no salga a la luz del día por haberlo expresado. La luz siempre se aleja de las palabras que honran a los poderes de las tinieblas. La vida de nuestro Señor resucitado debería manifestarse diariamente 
en nosotros.­ 2MS 279 (1892). 

Quien duda en forma crónica es egocéntrico.
Es una gran desgracia dudar constantemente, con el ojo y los pensamientos concentrados en uno mismo. Mientras se contemple a sí mismo, mientras el yo y sus pensamientos sean el tema de su conversación, no podrá esperar que se lo transforme a la imagen de Cristo. El yo no es su salvador. No tiene en sí mismo cualidades redentoras. El "yo" es un bote agujereado, y no le conviene embarcar su fe en él. Si Ud. pone su confianza en él, 
ciertamente se hundirá.
¡El bote salvavidas, el bote salvavidas es su única seguridad! Jesús es el capitán del bote salvavidas, y nunca ha perdido un solo pasajero.
Uds. que dudan y están desanimados, ¿cómo pueden esperar que sus corazones resplandezcan con el amor de Cristo? ¿Cómo pueden esperar que su gozo permanezca y sea cumplido en Uds. si siguen meditando en sus propios caracteres imperfectos y alimentándose de ellos?­ Carta 11, 1897.

Fe versus incredulidad.
No nos damos cuenta de cuánto perdemos por causa de la incredulidad. Si no tenemos fe estaremos librando una batalla perdida. Tenemos un Salvador 700  que comprende cada aspecto de nuestra vida. Conoce nuestros desalientos y sabe exactamente qué ayuda necesitamos. Debemos tener fe en él, una fe que obre por el amor y que purifique el alma.­ Ms 41, 1908.
La fe crece gracias a los conflictos que tiene con las dudas; la virtud aumenta en fortaleza al resistir las tentaciones.­ YI, abril de 1873.

Alberguemos fe.
No hay nada que fomente la incredulidad. El Señor manifiesta su gracia y su poder vez tras vez, y esto debe enseñarnos que siempre es provechoso, en todas las circunstancias, fomentar la fe, hablar de la fe, proceder con fe. No debemos permitir que nuestros corazones y nuestras manos se debiliten al permitir que las sugestiones de mentes incrédulas planten en nuestros corazones las semillas de duda y desconfianza [Heb. 3: 12].­ 7CBA 939, 940 (1898).

La duda produce enfermedades nerviosas.
La seguridad de la aprobación de Dios promueve la salud física. Fortalece al alma contra la duda, la perplejidad y el pesar excesivo que, con tanta frecuencia, minan las fuerzas vitales y causan enfermedades nerviosas tremendamente debilitantes y aflictivas. El Señor ha empeñado su palabra infalible de que sus ojos estarán sobre los justos, y sus oídos abiertos a sus oraciones, pero que está contra todos los que proceden mal. Nos imponemos un trabajo muy arduo cuando tomamos un camino que pone al Señor contra nosotros.­ 3CBA 1164 (1883).

Ninguna sospecha debería dominar la mente.
Ni la sospecha ni la desconfianza deberían posesionarse de nuestra mente. Ningún temor acerca de la grandeza de Dios debería confundir nuestra fe. Que Dios nos ayude a humillarnos con mansedumbre y sencillez. Cristo depuso su ropaje real y su corona regia, a fin de asociarse con la humanidad, y demostrar que los seres humanos pueden llegar a ser perfectos. 701 Ataviado con el ropaje de la misericordia, él vivió una vida perfecta en nuestro mundo, para mostrarnos su amor. Él ha llevado a cabo aquello que debería tornar imposible el no creer en él. 
Descendió de su elevada posición en la corte celestial para tomar sobre sí la naturaleza humana. Su vida es un ejemplo de lo que deberían ser las nuestras. Para que el temor a la grandeza de Dios no borrara nuestra creencia en el amor de Dios, Cristo se convirtió en varón de dolores, experimentado en quebrantos. Si el ser humano le entrega el corazón, éste se convertirá en un arpa sagrada que producirá música sacra.­ 
2MS 290, 291 (1904).

No hay excusa para hablar de desánimo.
"El cual [el Padre] nos ha librado de la potestad de las tinieblas" (Col. 1: 13). Si esto es cierto, ¿qué excusa tenemos entonces para hablar acerca del desánimo, la incredulidad y la duda, para rodearnos de tinieblas como si éstas fueran un manto? Hagamos retroceder la oscura sombra de la duda, poniéndola a un lado para que la lleve Satanás, originador de toda duda y desánimo. Él está tratando de extender su sombra infernal a lo largo de nuestra senda. Nuestra fe debe pasar a través de la oscura nube de la duda y la incredulidad y aferrarse del brazo de Cristo, que está más allá.­ Ms 102, 1901.

Cómo rechacé la sombra de la duda.
Cuando Satanás tiende su sombra infernal sobre mi senda, no la miro ni hablo de ella, ni glorifico al diablo hablando de él y de su poder, y de los momentos difíciles que me ha hecho pasar. No, atravieso la sombra, y por fe me aferro de Jesucristo. Al contemplarlo somos "transformados de gloria en gloria a su misma semejanza". Hablen acerca de la fe. Cada duda que manifiestan es una semilla que se siembra, y esa semilla echará raíces en algún corazón. No querramos pronunciar una sola palabra de duda para alabar así al diablo por el gran poder que ha ejercido con el fin de mantenernos en sujeción. 702  No; Cristo me ha adquirido y me ha redimido. Satanás no tiene poder sobre mí.­ 
Ms 16, 1894.

Falsas ideas acerca de Dios.
Satanás triunfa cuando puede inducir a los hijos de Dios a la incredulidad y al desaliento. Se regocija cuando nos ve desconfiar de Dios, dudando de su buena voluntad y de su poder para salvarnos. Le agrada hacernos sentir que el Señor nos hará daño 
por sus providencias.
Es la obra de Satanás representar al Señor como falto de compasión y piedad. Tergiversa la verdad respecto a él. Llena la imaginación de ideas falsas con relación a Dios; y en vez de espaciarnos en la verdad respecto de nuestro Padre celestial, muchísimas veces fijamos la mente en las falsas representaciones de Satanás y deshonramos a Dios desconfiando de él y murmurando contra él.  
Satanás siempre procura presentar la vida religiosa como una vida de tinieblas. Desea hacerla aparecer penosa y difícil; y cuando el cristiano, por su incredulidad, presenta en su vida la religión bajo este aspecto, secunda la falsedad de Satanás.­ CC 117 (1892).

Cierre la puerta de su corazón a las dudas.
Cuando venga el diablo con sus dudas y sus incredulidades, cierre la puerta de su corazón. Cierre los ojos para no ver su sombra infernal. Levántelos para que puedan contemplar las cosas eternas, tendrá fortaleza en cada momento. La prueba de su fe es mucho más preciosa que el oro. . . la da valor para librar la batalla del Señor, "porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efe. 6: 12).
Satanás reclama el mundo como suyo. Pretende que sea suyo. Entonces, ¿le daremos lo que reclama? No. Yo soy propiedad de otro. He sido comprada por precio, y mi tarea consiste en glorificar a Dios en mi cuerpo y en mi espíritu. 703 No tengo tiempo para hablar acerca de la incredulidad. Debo hablar acerca de la fe. Tengo que fortalecer la fe por medio del ejercicio. Y entonces mi fe crecerá a medida que me aventure basándome en las promesas de 
Dios, y así puedo abarcar cada vez más.
Bendito, bendito Jesús. Lo amo porque es mi consuelo, mi esperanza, mi oportunidad y mi recurso. No sólo para mí sino también para ustedes como individuos. Quiero que usted se considere propiedad suya. Ponga su rostro como pedernal y oriéntelo en dirección del monte de Sión. Decida que allí hay un tesoro que usted puede conseguir.­ Ms 17, 1894.

Una palabra de duda da lugar a muchas más.
Una sola palabra de duda, o relativa a malos pensamientos y malas expresiones, da lugar a muchas más de la misma clase. Es la siembra de una semilla que dará lugar a una cosecha que nadie tendrá interés en levantar.­ Carta 117, 1896.

Las semillas de la duda yacen ocultas.
Los que están perturbados por las dudas y tienen dificultades que no pueden resolver, no deberían arrojar a otras mentes débiles en las mismas perplejidades. Algunos han sugerido su incredulidad, han hablado acerca de ella, y la han transmitido a otros, sin darse cuenta del efecto que esto produce. En algunos casos las semillas de incredulidad han producido un efecto inmediato, mientras que en otros han permanecido sepultadas por mucho tiempo, hasta que el individuo ha asumido una conducta equivocada y le ha dado lugar al enemigo, se le ha quitado la luz de Dios y ha caído bajo las poderosas tentaciones de Satanás. Entonces las semillas de incredulidad, que habían sido sembradas hacía tanto tiempo, comenzaron a germinar. Satanás las cultivó, y dieron su fruto.
Todo lo que provenga de los ministros que deberían estar en la luz, ejerce una poderosa influencia. Y cuando no permanecen en la clara luz de Dios, Satanás los usa como instrumentos suyos, y lanza sus dardos de fuego por medio 704 de ellos hacia las mentes que no están preparadas para resistir lo que estaban recibiendo de sus 
ministros.­ 1T 378 (1863).

Nuestro deber es creer.
Crean que la palabra de Dios no fallará, sino que el que prometió es fiel. Es deber de Uds. creer que Dios cumplirá su palabra y perdonará sus pecados, tanto como lo es el confesarlos. Deben ejercer fe en Dios como en alguien que hará justamente lo que ha dicho, a saber, perdonarles todas sus transgresiones.
¿Cómo podemos saber que el Señor es realmente nuestro Salvador, que perdona nuestros pecados, y así experimentar profundamente su bendición, la gran gracia y el amor que ha asegurado a los de contrito corazón, a menos que creamos cabalmente en su palabra? Oh, cuántos hay que andan dolientes, pecando y arrepintiéndose, siempre bajo una nube de condenación. No creen en la palabra del Señor. No creen que obrará como lo ha dicho.­ Carta 10, 1893.

El amor al pecado es la causa de la duda.
Disfráceselo como se quiera, el amor al pecado es casi siempre la causa real de la duda y el escepticismo. Las enseñanzas y restricciones de la Palabra de Dios no agradan al corazón orgulloso, amante del pecado; y los que no quieren obedecer sus mandamientos, fácilmente dudan de su autoridad. Para llegar al conocimiento de la verdad, debemos tener un deseo sincero de conocer la verdad, y buena voluntad en el corazón para obedecerla. Todos los que estudien la Biblia con este espíritu, encontrarán abundante evidencia de que es la Palabra de Dios y pueden obtener un conocimiento de sus verdades que los hará sabios para la salvación.­ CC 112, 113 (1892).

Fomentadas por quienes no caminan rectamente.
La duda y la incredulidad son fomentadas por los que no caminan rectamente. Son penosamente conscientes de que su vida no soportará la prueba del Espíritu de Dios, ya sea 705 hablando mediante su Palabra, o mediante los testimonios de su Espíritu que los llevarían a su Palabra. En vez de comenzar con su propio corazón y ponerse en armonía con los puros principios del evangelio, encuentran faltas y condenan precisamente los medios que Dios ha elegido para preparar a un pueblo que esté en pie en el día del Señor.­ 1MS 51 (1883).

Dudas consideradas como hechos reales.
El método general que se aplica para educar a los jóvenes, no cumple con la norma de la verdadera educación. La infidelidad está entretejida en los temas que se publican en los libros de texto, y se considera que los oráculos de Dios son cuestionables y hasta objetables. De este modo las mentes de los jóvenes se familiarizan con las sugerencias de Satanás, y las dudas que antes se albergaban se convierten supuestamente en hechos probados, y la investigación científica que se lleva a cabo resulta engañosa como consecuencia de la manera como se interpretan y se pervierten los descubrimientos hechos.­ 
YI, 31 de enero de 1895; (MM 90).

Qué hacer con la duda.
Ud. hiere el corazón de Cristo al dudar, cuando él nos ha dado tantas evidencias de su amor al dar su vida para salvarnos para que no pereciéramos sino que tuviéramos vida eterna. Nos ha dicho exactamente lo que tenemos que hacer: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mat. 11: 28).­ 
Carta 10, 1893.

Las dudas desaparecen cuando somos bendición para los demás.
Hay muchos que se quejan de sus dudas, que se lamentan de inseguridad en su relación con Dios. Esto a menudo es consecuencia de que no están haciendo nada en favor de la causa del Señor. Traten fervientemente de ayudar y bendecir a los demás, y sus dudas y desánimo desaparecerán.­ 5T 395 (1885).
Los que están constantemente hablando de sus dudas y 706 exigiendo evidencia adicional para disipar su nube de incredulidad, no están edificando sobre la Palabra. Su fe reposa sobre circunstancias; se basa en los sentimientos. Pero éstos por placenteros que sean, no son fe. La Palabra de Dios es el fundamento sobre el cual se debe edificar nuestra esperanza del cielo.­ Carta 11, 1897.

La Duda Crece Cuando Se Habla De Ella (consejo a un ministro que dudaba).
Vi que los ángeles de Dios lo contemplaban con pesar. Habían salido de su lado y se alejaban tristes, mientras Satanás y sus ángeles hacían muecas entusiasmados por causa de Ud. Si hubiera luchado contra sus dudas y no hubiera animado al diablo para que lo tentara hablando acerca de su incredulidad, deseoso de referirse al tema, no habría atraído tantos ángeles caídos a su alrededor. Pero decidió hablar de sus tinieblas; decidió referirse a ellas; y mientras más hablaba y más se refería a ellas, más sombrío se volvía.
Se está apartando de todo rayo de luz del cielo, y se está abriendo un gran abismo entre Ud. y los únicos que pueden ayudarlo. Si continúa así como ha comenzado, la miseria y el dolor estarán delante de Ud. Dios lo detendrá de una manera que no le gustará. Su ira no se adormecerá. Ahora lo está invitando. Ahora, precisamente ahora lo invita a que vuelva a él sin demora, y por su gracia le perdonará todas sus apostasías, y lo sanará de ellas. Dios está conduciendo a un pueblo peculiar. Lo limpiará y lo purificará de modo que esté preparado para la traslación. Eliminará todo lo carnal de su tesoro peculiar, hasta que éste se asemeje al oro purificado siete veces.­ 1T 430, 431 (1864). 

Permita que los rayos de luz disipen las sombras de la duda.
Necesitamos llenarnos de toda la plenitud de Dios, y entonces tendremos vida, poder, gracia y salvación.
¿Cómo podremos lograr estas grandes bendiciones? Cristo murió para que pudiéramos recibirlas por la fe en su nombre. Nos ha ofrecido ampliamente luz y vida. Entonces, ¿por 707 qué tenemos que insistir en fijar clavos para colgar en ellos nuestras dudas? ¿Por qué tenemos que llenar la galería de la mente con los sombríos cuadros de la duda? ¿Por qué no permitimos que los brillantes rayos del Sol de Justicia resplandezcan en las cámaras del corazón y la mente, y disipen las sombras de la incredulidad? 
Vuélvanse a la Luz, a Jesús, el precioso Salvador.
En lugar de contemplar las fallas y los defectos de otro ser humano, vuélvanse para considerar a Aquel en quien no hay imperfección. Jesús es el "señalado entre diez mil", el que es "todo amable". Ningún ser humano debe ser nuestro modelo. Dios nos ha dado un modelo perfecto en su Hijo unigénito, y al contemplarlo nos transformaremos a su imagen. Miren a Cristo, cuyo trono es alto y sublime, y cuyo manto de gloria llena el templo.­ Ms 23, sin fecha. 708  2 MCP

jueves, 26 de septiembre de 2019

XIV. LOS PENSAMIENTOS Y SU INFLUENCIA: 73. EL MODO CORRECTO DE PENSAR.


La capacidad de pensar es un don de Dios.
La mente es algo que Dios nos ha confiado. Hay que cultivar las facultades de la mente. Hay que usarlas con tanta sabiduría que aumenten en fortaleza. Cada cual debería usar los talentos que se le han confiado de manera que hagan el mayor bien posible. Se debe educar la mente de tal manera que aparezcan las mejores energías del alma y se desarrolle cada facultad. No deberíamos conformarnos con una norma inferior. Deberíamos avanzar de una línea de progreso en la obra hacia otra.­ Carta 106, 1901.

La mente debe ser adiestrada.
La mente es la mejor posesión que tenemos; pero debe ser adiestrada en la escuela de Cristo, el mejor y verdadero educador que el mundo ha conocido, mediante el estudio, la reflexión y el aprendizaje. El obrero cristiano debe crecer. Debe edificar el carácter para que sea útil; debe adiestrarse a fin de soportar dificultades y ser sabio en la planificación y ejecución de la obra de Dios. Debe ser un hombre puro mentalmente y en su 692 conversación, alguien que se abstenga de toda apariencia de mal y que no dé ocasión a la crítica por causa de sus maneras descuidadas. Debe ser de corazón veraz; en sus labios  no se debe hallar engaño.­ RH, 6 de enero de 1885.
El [Cristo] murió por mí para que yo pudiera ser bendecida y para que su gozo permaneciera en mí. Por eso mantengo mi mente en este canal; la adiestro; adiestro mi lengua; adiestro mis pensamientos; adiestro todo lo que hay en mí para poder aferrarme 
a Jesucristo.­ Ms 36, 1891.
Cada facultad de la mente. . . demuestra que Dios destinó nuestras facultades a ser ejercitadas, no a permanecer inactivas.­ 
OE 294 (1880).

El Pensamiento Correcto Es Nuestra Única Seguridad.
La única seguridad para el alma consiste en pensar bien, pues acerca del hombre se nos dice: "Cuál es su pensamiento en su alma, tal es él" (Prov. 23: 7). El poder del dominio propio se acrecienta con el ejercicio. Lo que al principio parece difícil, se vuelve fácil con la práctica, hasta que los buenos pensamientos y acciones llegan a ser habituales. Si queremos, podemos apartarnos de todo lo vulgar y degradante y elevarnos hasta un alto nivel, donde gozaremos del respeto de los hombres y del amor de Dios.­ MC 392 (1905).

El Pensamiento Cristocéntrico.
Vuestro último pensamiento de la noche, y vuestro primer pensamiento de la mañana, debieran dirigirse a Aquel en quien se centra vuestra esperanza de vida eterna.­ NEV 118 (1895).

Hay que desarrollar lo positivo.
El carácter positivo y enérgico, sólido y fuerte que manifestó Cristo, debe desarrollarse en nosotros, mediante la misma disciplina que él soportó. Y a nosotros se nos ofrece la gracia que 
recibió él.­ DTG 53, 54 (1898).

El esfuerzo debe ser proporcionado al objeto que se persigue.
Los pensamientos deben concentrarse en Dios. Debemos 693 dedicar nuestro esfuerzo más enérgico a dominar las malas tendencias del corazón natural. Nuestros esfuerzos,  nuestra abnegación y perseverancia deben corresponder al valor infinito del objeto que perseguimos. Sólo venciendo como Cristo venció podremos ganar la corona de vida.­ MC 361(1905).

Piense por usted mismo.
Si permite que otros piensen por usted, sus energías se paralizarán y sus habilidades disminuirán. Hay muchos cuyos intelectos se empequeñecen porque piensan sólo en temas comunes. Debería luchar con problemas que lo obliguen a pensar y que le exijan el uso de las mejores facultades de su mente.­ RH, 16 de abril de 1889.

El refinamiento del corazón se aprende 
en la escuela de Cristo.
Se aprende más acerca del verdadero refinamiento del pensamiento y los modales en la escuela del divino Maestro, que por la observancia de reglas establecidas. Su amor, al llenar el corazón, da al carácter esos toques de refinamiento que lo asemejan al suyo. Esta educación imparte una dignidad nacida en el cielo y una noción clara de lo que es correcto. Da una dulzura al carácter y una suavidad a los modales que jamás podrá igualar el barniz superficial de la sociedad elegante.­ 
Ed 241 (1903).

Se necesita disciplina mental.
La capacidad de fijar los pensamientos en la obra emprendida es una gran bendición. Los jóvenes temerosos de Dios deberían esforzarse por desempeñar sus deberes con reflexiva consideración, manteniendo los pensamientos en su debido curso y poniendo de su parte lo mejor de que son capaces. Deberían reconocer sus deberes actuales y cumplirlos sin permitir que la mente se desvíe. Esta clase de disciplina mental será útil y beneficiosa durante toda la vida. Aquellos que aprenden a concentrar sus pensamientos en todo lo que emprenden, por pequeña que parezca la obra, serán útiles en el mundo.­ MJ 147 (1903). 694

Ideas bien relacionadas.
Algunas mentes se parecen más a una tienda de antigüedades que a cualquier otra cosa. Han recogido y almacenado trozos sueltos de información, pero  no saben cómo presentarlos en forma clara y bien hilvanada. Lo que le da valor a estas ideas es la relación que tienen unas con otras. Todas las ideas y declaraciones debieran estar unidas tan estrechamente como los eslabones de una cadena. Cuando un ministro arroja un montón de conceptos ante la gente para que ésta los recoja y los ponga en orden, sus esfuerzos se han perdido porque hay pocos que harán tal orden.­ Ev 471 (1886).

Por qué la mente desciende a un nivel tan bajo.
Si la mente humana desciende a un nivel bajo, generalmente se debe a que se la deja espaciarse en hechos comunes, y no se la estimula a fin de que se ejercite para captar verdades nobles y elevadas, tan duraderas como la eternidad. Algunas sociedades literarias e institutos están ejerciendo casi universalmente una influencia totalmente contraria a la que pretenden tener, y están causándole daño a la juventud. No siempre es así; pero siendo que ciertos individuos no santificados asumen la dirección, y que los mundanos quieren que las cosas se hagan como a ellos les gusta, sus corazones no están en armonía con Jesucristo. Se encuentran en las filas de los enemigos del Señor, y no se sienten a gusto con los entretenimientos que podrían fortalecer y confirmar la espiritualidad de los miembros de la sociedad. Se presentan asuntos de mala calidad, de bajo nivel, que no elevan ni instruyen sino que sólo entretienen.­ Ms 41, 1900.

Pensar en cosas sin importancia.
Durante las horas de vigilia la mente está constantemente ocupada. Si piensa en cosas sin importancia, el intelecto se atrofiará y debilitará. Pueden surgir intermitentemente algunos pensamientos brillantes; pero la mente no estará adiestrada para la reflexión sostenida y sobria. Hay temas que requieren seria consideración. . . Al meditar en estos temas de interés eterno, la 695 mente se fortalece y el carácter se desarrolla.­ RH, 10 de junio de 1884.

Los pensamientos dejan su huella indeleble 
en el alma.
Absténganse de todo mal. Los pecados comunes, por insignificantes que se los considere, malograrán su concepto de lo moral, y borrarán la impresión del Espíritu de Dios. El carácter de los pensamientos deja su impronta en el alma, y toda conversación de bajo nivel contamina la mente. Toda mala obra arruina al que la lleva a cabo. Dios perdona al pecador arrepentido, pero aunque esté perdonado, su alma estará malograda; la posibilidad que tiene la mente intacta de tener pensamientos elevados, está destruida en este caso. El alma llevará para siempre las cicatrices. Por lo tanto, busquemos esa fe que obra por el amor y purifica el corazón, para que podamos representar el carácter de Cristo ante el mundo.­
 RH, 8 de diciembre de 1891; (FE 195).

Rodeemos el alma de una atmósfera pura.
No deberíamos ser entremetidos o importunos, sino vivir sosegadamente nuestra religión, con la vista puesta en la gloria de Dios. . . Entonces brillaremos como luces en el mundo, sin ruido ni aspaviento. No necesitamos fracasar, porque está con nosotros Uno que es sabio en sus consejos, excelente en sus obras y poderoso para cumplir sus propósitos. Obra por medio de sus instrumentos, visibles e invisibles, humanos y divinos. Esta obra es grandiosa, y será llevada adelante hacia la gloria de Dios, si todos los que se relacionan con ella efectúan sus tareas de acuerdo con su profesión de fe. La pureza de pensamiento debe estimarse indispensable en la obra de salvar a otros. El alma debe rodearse de una atmósfera pura y santa, una atmósfera que tienda a vivificar la vida espiritual de todos los que la respiren.­ HHD 318 (1896).

Contribuir con toda energía
 (consejo a una joven).
No se puede sostener la vida del alma a menos que se la ponga en sujeción a la voluntad de Dios. Hay que aplicar toda energía 696  para hacer la voluntad divina. Si nuestros pensamientos permanecen en Dios, serán guiados por el amor y el poder divinos. Por lo tanto, mi querida hija, viva de las palabras que proceden de los labios de Cristo. Quiera Dios fortalecerla, bendecirla y guiarla. Siga adelante y crea que si pide algo, lo recibirá.­ Carta 339, 1905.

Cristo cambia los pensamientos.
Cristo vino para cambiar la corriente de sus [de los hombres] pensamientos y afectos.­ 1JT 68 (1859).

Como la flor que gira hacia el sol.
Extiéndase y elévese el alma para que Dios pueda concedernos respirar la atmósfera celestial. Podemos mantenernos tan cerca de Dios que en cualquier prueba inesperada nuestros pensamientos se vuelvan a él tan naturalmente como la flor se vuelve al sol.­ 
CC 100 (1892).

La transformación comienza
 con los pensamientos.
Las palabras "os daré corazón nuevo" (Eze. 36: 26), significan, os daré una mente nueva. Ese cambio de corazón va siempre acompañado por un claro concepto del deber cristiano, por la comprensión de la verdad, que nos es proporcionada por la Palabra 
de Dios.­ CM 436,437 (ed. PP); 347 (ed. ACES) (1913).

Queremos que la gracia transformadora de Dios tome posesión de nuestra capacidad de pensar. Podemos pensar el mal, podemos continuar manteniendo nuestras mentes concentradas en cosas objetables, pero, ¿qué provecho lograremos? Toda nuestra experiencia asume la forma de lo que contemplamos. Si contemplamos a Jesús, nos transformaremos a su semejanza. El siervo del Dios viviente tiene en vista un propósito. Los ojos y oídos están santificados, y quien cierre sus ojos y oídos al mal, se transformará.­ Ms 17, 1894. 2MCP EGW 697

XIV. LOS PENSAMIENTOS Y SU INFLUENCIA: 72. LOS PENSAMIENTOS HABITUALES.


Los pensamientos forman el carácter.
El hombre, "cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Prov. 23: 7). Muchos pensamientos forman la historia no escrita de un solo día, y tienen mucho que ver con la formación del carácter. Debemos vigilar estrictamente nuestros pensamientos, pues un pensamiento impuro deja profunda impresión en el alma. Un pensamiento malo deja una mala impresión en la mente. Si los pensamientos son puros y santos el hombre mejora por haberlos acariciado. Aceleran el pulso espiritual y aumentan el poder para hacer el bien. Y así como una gota de lluvia prepara el camino para otra en el humedecimiento de la tierra, un buen pensamiento prepara el camino para otro.­ MJ 142 (1901).

Elijamos los temas de los pensamientos.
Está al alcance de todos escoger los temas que han de ocupar los pensamientos y amoldar el carácter.­ Ed 127 (1903).

Se requiere un esfuerzo personal.
Nadie, fuera de vosotros, puede controlar vuestros pensamientos. En la lucha por alcanzar las normas más elevadas, el éxito o el fracaso 682  dependerá mucho del carácter, y de la manera como se disciplinen los pensamientos. Si los pensamientos están bien controlados, como Dios ha enseñado que se controlen cada  día, se fijarán en aquellos temas que nos ayudarán a obtener una mayor devoción. Si son correctos, entonces como resultado, las palabras también serán correctas; las acciones serán de tal carácter que traerán gozo y consuelo a las almas.­ NEV 114 (1886).

Hay que adiestrar los pensamientos.
Los pensamientos deben ser disciplinados. Controlad la mente para que trabaje en la dirección debida, y según las órdenes emanadas de planes bien formados. De esta manera, cada paso que se dé será hacia el progreso, y ningún esfuerzo o tiempo se perderá en seguir ideas vanas y planes trazados al azar. Debemos considerar el blanco y el objeto de la vida, y siempre mantener en vista propósitos dignos. Los pensamientos debieran disciplinarse cada día y mantenerse a punto, como la brújula al polo. Toda persona debiera tener blancos y propósitos, y luego hacer que cada pensamiento y acción contribuyan al cumplimiento de aquello que se ha propuesto. Los pensamientos deben ser controlados. Debe haber una firmeza de propósitos para realizar lo que se ha emprendido.­ NEV 114 (1886).

Cómo adiestrar los pensamientos.
La verdadera disciplina de la vida depende de cosas pequeñas. El adiestramiento de los pensamientos es esencial.­ Ms 76, 1900.
El adiestramiento del corazón, el control de los pensamientos en cooperación con el Espíritu Santo, pondrá nuestras palabras bajo control. Esto es verdadera sabiduría, y le Asegurará paz mental y contentamiento. Habrá gozo en la contemplación de las riquezas de la gracia de Dios.­ Carta 10, 1894.

Los pensamientos correctos no surgen naturalmente.
Delante de cada uno de nosotros hay una obra ferviente que 683 hacer. Los pensamientos correctos, los propósitos puros y santos no nos surgen naturalmente. Tenemos que luchar por ellos.­ RH, 28 de noviembre de 1899.

Los pensamientos cautivos.
Si se pone la vida bajo el control de la verdad, su poder será ilimitado. Los pensamientos estarán sujetos a Jesucristo. Del tesoro del corazón se extraen palabras apropiadas y adecuadas. En forma especial deberíamos guardar nuestras palabras. Al escribirle a Timoteo, Pablo dijo: "Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros" (2 Tim. 1: 13, 14).­ Ms 130, 1897.

La mente debe ser controlada con firmeza.
Los jóvenes deberían comenzar pronto a cultivar hábitos que les permitan pensar correctamente. Deberíamos disciplinar la mente para que los pensamientos recorran canales sanos, y no permitamos que se dediquen a cosas malas. El salmista exclama: "Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío" (Sal. 19: 14).
Mientras Dios obra en el corazón por medio del Espíritu Santo, el hombre debe cooperar con él. Se deben sujetar los pensamientos; hay que restringirlos, impedir que divaguen y se dediquen a contemplar cosas que sólo debilitan y contaminan el alma. Los pensamientos deben ser puros, las meditaciones del corazón limpias, a fin de que las palabras de la boca sean aceptables al Cielo y beneficiosas para los que se relacionan con nosotros.
Cristo dijo a los fariseos: "¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas" (Mat. 12: 34, 35).­ RH, 12 de junio de 1888. 684

El Pecado Abierto Revela Pensamientos Subyacentes.
El momento de tentación, en que posiblemente se caiga en pecado gravoso, no crea el mal que se manifiesta; sólo desarrolla o revela lo que estaba latente y oculto en el corazón. "Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él", ya que del corazón "mana la vida" (Prov. 23: 7; 4: 23).­ DMJ 54 (1896).

La obligación de controlar los pensamientos.
En el sermón de la montaña Jesús les presentó a sus discípulos los abarcantes principios de la ley de Dios. Les enseñó a sus oyentes que la ley se transgredía en pensamiento antes que el mal deseo se convirtiera en un acto. Tenemos la obligación de controlar nuestros pensamientos y ponerlos en sujeción a la ley de Dios. Las nobles facultades de la mente nos han sido dadas por Dios para que las empleemos en la contemplación de las cosas celestiales. El Señor ha provisto en abundancia para que el alma progrese continuamente en la vida divina. Nos ha puesto instrumentos en cada mano para ayudarnos en nuestro desarrollo en el conocimiento de la virtud.­ 
RH, 12 de junio de 1888.

Las mentes naturales, no adiestradas, no están motivadas por elevados ideales.
Si se le permite a la mente natural y egoísta seguir sus propios deseos pecaminosos, obrará sin motivos elevados, sin propender a la gloria de Dios, o al beneficio de la humanidad. Los pensamientos serán pecaminosos, única y continuamente pecaminosos. . . El Espíritu de Dios produce una nueva vida en el alma, conduciendo los pensamientos y los deseos a la obediencia de la voluntad de Cristo.­ NEV 115 (1888).

El adversario no puede leer los pensamientos.
El adversario de las almas no puede leer los pensamientos de los hombres, pero es un agudo observador y toma nota de las palabras. Registra las acciones y hábilmente adapta sus tentaciones a los casos de quienes se colocan al alcance de su  685 poder. Si trabajáramos para reprimir los pensamientos y sentimientos pecaminosos, sin darles expresión en palabras o acciones, Satanás sería derrotado, pues no podría preparar sus engañosas tentaciones adecuadas para el caso. ¡Pero con cuánta frecuencia abren la puerta al adversario de las almas los profesos cristianos por su falta de dominio propio!­ 1MS 143 (1887).

Perturbados por malos pensamientos.
Hay muchos que están realmente perturbados porque pensamientos subalternos y degradantes invaden sus mentes y no los pueden ahuyentar con facilidad. Satanás ha enviado a sus malos ángeles para que nos rodeen, y aunque no pueden leer los pensamientos de los hombres, observan muy de cerca sus palabras y actos. Satanás aprovecha las debilidades y los defectos de carácter que se manifiesten de esta manera, y proyecta sus tentaciones hacia el lugar de menor capacidad de resistencia. Hace sugerencias malignas e inspira pensamientos mundanos, consciente de que, de esa manera, puede lograr que el alma caiga en condenación y esclavitud. A los que son egoístas, mundanos, avaros, orgullosos, criticones, o dados a la maledicencia, a todos los que albergan errores y defectos de carácter, Satanás les presenta la complacencia del yo y conduce el alma a la senda que la Biblia condena, pero que él consigue que parezca atrayente.
Para toda clase de tentaciones hay un remedio. No se nos deja solos en la lucha contra el yo y nuestra naturaleza pecaminosa para que lo hagamos basándonos en nuestra fuerza finita. Jesús es un poderoso auxilio, un apoyo que nunca falla. . . Hay que ponerle freno a la mente y no permitirle que divague. Deberíamos adiestrarla para que se concentre en las Escrituras y en temas nobles y elevados. Habría que aprender de memoria algunas porciones de la Biblia, incluso capítulos enteros, para repetirlos cuando Satanás aparece con sus tentaciones. . . Cuando Satanás trata de conducir la mente para que piense en cosas terrenas y 686 sensuales, la forma más eficaz de resistirlo es decir: "Escrito está".­RH, 8 de abril de 1884.

La única seguridad consiste en pensar correctamente.
Necesitamos la constante conciencia del poder ennoblecedor de los pensamientos puros y de la influencia dañina de los malos pensamientos. Concentremos nuestros pensamientos en cosas santas. Que sean puros y verdaderos, porque la única seguridad de toda alma consiste en pensar correctamente. Tenemos que usar todos los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance para el gobierno de los pensamientos y su cultivo. Tenemos que poner nuestras mentes en armonía con la suya. Su verdad nos santificará en cuerpo, alma y espíritu.­ Carta 123, 1904.

No pensemos en cosas frívolas.
Deberíamos esforzarnos por tener nuestra mente en condiciones de recibir las impresiones del Espíritu Santo. Pero aquellos que permiten que sus pensamientos se espacien constantemente en cosas frívolas, no pueden recibir mayor luz. Debiera atesorarse en la mente el tesoro celestial, y el alimento que la capacitará para crecer espiritualmente, a fin de prepararnos de esta manera para un 
cielo santo.­ NEV 286 (1912).

Se ha hecho provisión para elevar los pensamientos.
Dios ha hecho amplia provisión para que nuestros pensamientos puedan llegar a ser puros, elevados, refinados y ennoblecidos. No sólo ha prometido purificarnos de toda injusticia, sino que ha hecho real provisión para suplirnos de gracia con el fin de elevar nuestros pensamientos hacia él y capacitarnos para apreciar su santidad. Debemos comprender que pertenecemos a Cristo y que debemos manifestar su carácter ante el mundo. Preparados por la gracia celestial, llegamos a estar revestidos de la justicia de Cristo con el manto nupcial, y estamos listos para participar de la cena de bodas. Llegamos a unirnos con Cristo, a participar de la naturaleza divina, purificados, refinados, elevados 687 y reconocidos como hijos de Dios; herederos del Señor y coherederos de Jesucristo.­ 
YI, 28 de octubre de 1897. 

Apártense del terreno encantado de Satanás (consejo a una familia egocéntrica).
Deberían apartarse del terreno encantado de Satanás y no permitir que sus mentes se alejen de la lealtad a Dios. Por medio de Cristo Uds. pueden y deben ser felices y adquirir hábitos de dominio propio. Hasta sus malos pensamientos deberían ser puestos en sujeción a la voluntad de Dios, y sus sentimientos bajo el control de la razón y la religión. No se les dio la imaginación para que se descarriara y anduviera por donde le da la gana, sin que hagan ningún esfuerzo para imponerle restricción o disciplina. 
Si los pensamientos son malos, los sentimientos también lo serán. Los pensamientos y sentimientos combinados constituyen el carácter moral. Cuando Uds. deciden que como cristianos no se les requiere que restrinjan sus pensamientos y sentimientos, caen bajo la influencia de los malos ángeles e invitan su presencia y su control. Si ceden ante sus impresiones y permiten que sus pensamientos transcurran por canales de sospecha, duda y lamentaciones, se encontrarán entre los más infelices de los mortales, y sus vidas serán un fracaso.­ 
5T 310 (1885).

Consejo dado a una joven que construía 
castillos en el aire.
Ud. debería controlar sus pensamientos. No será fácil; no podrá lograrlo sin un esfuerzo estricto y hasta severo. Pero Dios se lo requiere; es un deber que descansa sobre todo ser responsable. Ud. tiene que responder ante Dios por sus pensamientos. Si se abandona a su vana imaginación, y permite que su mente se dedique a temas impuros, en cierto modo es tan culpable delante de Dios como si sus pensamientos se hubieran convertido en actos. Todo lo que impide que esto sea así es la falta de oportunidad.
Soñar de día y de noche y hacer castillos en el aire es un hábito malo y sumamente peligroso. Una vez que se ha 688 consolidado, es casi imposible quebrantarlo y orientar los pensamientos hacia lo puro, santo y elevado. Tiene que convertirse en una fiel centinela de sus ojos, sus oídos y todos sus sentidos, si quiere controlar su mente e impedir que los pensamientos vanos y corrompidos le manchen el alma. Sólo el poder de la gracia puede llevar a cabo esta obra tan deseable. Ud. es débil en cuanto a esto.­ 2T 561 (1870).

Eliminemos el mal por medio del bien.
Los padres pueden elegir, si quieren, si las mentes de sus hijos serán llenas de pensamientos y sentimientos puros y santos; pero sus gustos deben ser disciplinados y educados con el mayor cuidado. Deben comenzar temprano a desplegar las Escrituras ante las mentes de sus hijos, para que se formen hábitos y gustos correctos. Los elementos del mal sólo pueden ser exterminados por la introducción de un alimento que proporcione un pensamiento puro y sólido.­ 
NEV 204 (1886).

Evitemos los pensamientos negativos.
Puesto que no nos pertenecemos, pues hemos sido comprados por precio, es deber de quien profesa ser cristiano poner sus pensamientos bajo el dominio de la razón y obligarse a sí mismo a ser alegre y feliz. Por amarga que sea la causa de su pena, debe cultivar una actitud de tranquilidad y quietud en Dios. ¡Qué preciosa y sanadora es la influencia de la tranquilidad que hay en Cristo Jesús, de su paz, y cuán sedante es para el alma oprimida! Por oscuras que sean las perspectivas, albergue una actitud de esperanza para bien. Nada se gana con el desaliento, y en cambio se pierde mucho. Si bien es cierto que la alegría, la tranquila resignación y la paz harán mucho en favor de la felicidad y la salud de los demás, nos dará a nosotros el mayor beneficio. La tristeza y el hablar de cosas negativas promueven imágenes mentales desagradables y producen sobre nosotros mismos un efecto negativo. Dios quiere que nos olvidemos de todo esto, ¡que no miremos hacia abajo sino hacia arriba!­ Carta 1, 1883. 689

El peligro de pensar en las cosas terrenales.
Si vuestros pensamientos, planes y propósitos están dirigidos hacia la acumulación de las cosas terrenales, vuestra ansiedad, vuestro estudio y vuestros intereses se concentrarán en el mundo. Las atracciones celestiales perderán su belleza. . . Vuestro corazón estará con vuestro tesoro. . . Careceréis de tiempo para dedicaros al estudio de las Escrituras y a la oración ferviente que os ayudará a escapar de las trampas de Satanás.­ NEV 202 (1910).

Cambiemos nuestra manera de pensar.
Cuando se ha permitido que la mente piense por mucho tiempo solamente en cosas terrenales, es difícil cambiar los hábitos de pensar. Lo que el ojo ve y el oído oye demasiado a menudo, atrae la atención y absorbe el interés. Pero si entráramos en la ciudad de Dios y contempláramos a Jesús en su gloria, nos acostumbraríamos a verlo aquí con el ojo de la fe. Las palabras y el carácter de Cristo serían a menudo el objeto de nuestra conversación, y cada día se dedicaría un poco de tiempo para meditar con oración en estos sagrados temas. ­ RH, 3 de mayo de 1881; (SL 91, 92).

Un nivel más elevado de pensamiento.
El hombre se reveló contra Dios y desde entonces ha tratado de lograr que su plan tenga éxito de hacer las cosas a su manera, en su afán de conseguir felicidad. Pero cada vez que ha tratado de llenar su mente con algo que no sea Dios, ha fracasado. Debe haber definidamente un nivel más elevado de pensamiento, una clase más alta de estudios, cosas más sublimes que buscar que lo que ha habido en lo pasado. Los desórdenes y las imperfecciones de las palabras y los caracteres humanos pueden restaurarse sólo por medio de Jesucristo. Por lo tanto, él debería ser el objeto de la contemplación, el tema de conversación. Debe haber definidamente un nivel más elevado de pensamiento y acción para que comprendamos el gran plan de redención.­ Ms 13, 1897. 690

Una ley que rige pensamientos y sentimientos.
Es una ley de la naturaleza que nuestros pensamientos y sentimientos resultan alentados y fortalecidos al darles expresión. Aunque las palabras expresan los pensamientos, éstos a su vez siguen a las palabras.­ MC 195 (1905).

Hacia la perfección del carácter.
Una vida cristiana se revelará mediante pensamientos cristianos, palabras cristianas y comportamiento cristiano. En Cristo hay una divina integridad de carácter.­ NEV 186 (1879).

Una nueva dotación de poder.
Aquellos que consagran alma, cuerpo y espíritu a Dios, purificando sus pensamientos por la obediencia a la ley divina, recibirán continuamente una nueva dotación de poder físico y mental. El corazón suspirará por Dios, y elevará fervientes súplicas a lo alto  por una clara percepción para discernir la misión y la obra  del Espíritu Santo. No nos toca a nosotros usar al Espíritu, sino al Espíritu usarnos a nosotros, amoldando y formando cada facultad.­ COES 43 (1900). 2MCP EGW 691

lunes, 15 de julio de 2019

XIII. LA PERSONALIDAD: 71. LA FELICIDAD


Acción armoniosa de todas las facultades.-
La acción armoniosa y saludable de todas las facultades del cuerpo y la mente, produce felicidad; mientras más elevadas y refinadas sean las facultades, más pura y sin mezcla será la felicidad.­RH, 29 de julio de 1884; (CH 51).

Relación entre felicidad y salud.
Tan íntima es la relación que existe entre la salud y la felicidad, que no podemos disfrutar de esta última sin disponer de la anterior. Se necesita un conocimiento práctico de la vida humana para poder glorificar a Dios por medio de nuestros cuerpos. Por lo tanto, es de la mayor importancia que entre los estudios seleccionados para los niños, la fisiología ocupe el primer lugar. ¡Cuán pocos conocen algo acerca de la estructura y el funcionamiento de sus propios cuerpos y de las leyes de la naturaleza! Muchos están a la deriva al carecer de conocimiento, como un barco en medio del mar, sin brújula ni ancla; y lo que es peor, no tienen interés en aprender a conservar sus cuerpos en condición saludable y así prevenir la enfermedad.­ HR, agosto de 1866; (CH 38).

Ley de la acción y la reacción.
Nuestra felicidad nos la 669 proporcionará nuestro trabajo desinteresado, impulsado por el amor divino, porque en el plan de salvación, Dios ha señalado la ley de la acción y la reacción.­ MB 318 (1886).

Hacer el bien estimula los nervios.
Cada rayo de luz que derramemos sobre los demás se reflejará sobre nuestros propios corazones. Toda palabra amable y de simpatía dirigida al apesadumbrado, todo acto que tenga por fin aliviar al oprimido, y todo don cuyo propósito sea suplir las necesidades de nuestros semejantes, dado o hecho para gloria de Dios, resultará en bendición para el dador. Los que obren de este modo estarán obedeciendo la ley del cielo y recibirán la aprobación de Dios. El placer de hacer el bien a los demás fluye a través de los nervios, acelera la circulación de la sangre, y produce salud mental y física.­ 4T 56 (1876).

Cada persona es la fuente de su propia felicidad.
La vida que se vive en Cristo es una vida llena de reposo. La inquietud, el descontento y la agitación revelan la ausencia del Salvador. Si hacéis entrar a Jesús en vuestra vida, ésta se llenará de obras buenas y nobles para el Maestro. Os olvidaréis de serviros a vosotros mismos, y viviréis siempre más cerca del amado Salvador; vuestro carácter se volverá semejante al de Cristo, y cuantos os rodeen conocerán que habéis estado con Jesús y aprendido de él.
Cada uno posee en sí mismo la fuente de su propia felicidad o desgracia. Si quiere, puede elevarse por encima del bajo sentimentalismo que constituye la experiencia de muchos; pero mientras esté henchido de sí mismo, nada puede hacer el Señor por él. Satanás nos presentará proyectos ambiciosos para deslumbrar nuestros sentidos, pero debemos recordar siempre el "premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3: 14). Llenad esta vida con todas las buenas obras que os sea posible hacer. "Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan a justicia la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad" (Dan. 12: 3).­2JT 189,190 (1889). 670

El impulso más fuerte del hombre.
La Biblia presenta ante nuestra vista las inescrutables riquezas y los tesoros inmortales de los cielos. Los impulsos más fuertes del hombre lo arrastran a tratar de procurar su propia felicidad. La Biblia reconoce este deseo y nos muestra que todo el cielo se unirá a los esfuerzos que el hombre haga por conseguir la dicha. Además, revela la condición según la cual se da la paz de Cristo a los hombres. Describe un hogar de dicha y resplandor sempiternos, donde no habrá lágrimas ni necesidades.­ MeM 165 (1888).

Los cristianos disfrutan de verdadera felicidad.
Si hay alguien que continuamente debe estar agradecido, es el seguidor de Cristo. Si hay alguien que disfruta de un verdadero gozo aun en esta vida, es el fiel cristiano.­ NEV 203 (1859).
Deberíamos ser la gente más feliz de la tierra, y no pedirle perdón al mundo por ser cristianos.­ Ms 17, 1893.

Un amigo que nunca falla.
Este es Jesús, la vida de toda gracia, la vida de toda promesa, la vida de todo rito y la vida de toda bendición. Jesús es la sustancia, la gloria, la fragancia y la vida misma. "El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8: 12). Por lo tanto, el camino real que se ha dado a los redimidos para que anden por él no constituye tinieblas desanimadoras. Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje verdaderamente sería solitario y doloroso. Él dice: "No os dejaré huérfanos" (Juan 14: 18). Por lo tanto reunamos todas las preciosas promesas. Repitámoslas durante el día y meditemos en ellas durante la noche, y estemos gozosos.­ 2MS 279, 280 (1892).

La felicidad no es para los que quieren hacer su voluntad.
Jesús quiere que seáis felices, pero no podéis serlo si seguís vuestro propio camino, y los impulsos de vuestro corazón. . . Nuestras nociones, nuestras peculiaridades, son enteramente humanas, y no debe dejarse que predominen  671 sobre nosotros. El yo debe ser crucificado, no una vez u otra, sino diariamente, y lo físico, mental y espiritual debe subordinarse a la voluntad de Dios. La gloria de Dios, la perfección del carácter cristiano, debe ser el blanco y el propósito de nuestra vida. Los seguidores de Cristo deben imitarlo en su disposición. . . El lema es como Cristo, no como vuestro padre o vuestra madre, sino como Jesucristo, ocultos en Cristo, vestidos de la justicia de Cristo, imbuidos con el espíritu de Cristo.­ NEV 31 (1882).

La felicidad egoísta es desequilibrada.
La felicidad buscada por motivos egoístas, fuera de la senda del deber, es desequilibrada, espasmódica y transitoria; pasa y deja el alma vacía y triste; mas en el servicio de Dios hay gozo y satisfacción; no se abandona al cristiano en caminos inciertos; no se lo abandona a pesares vanos y contratiempos. Si no tenemos los placeres de esta vida, podemos aun gozarnos mirando la vida venidera.­ CC 126 (1892).

El corazón que está en paz con Dios.
En la raíz de la ruina de muchos hogares se encuentra la pasión por la ostentación. Hombres y mujeres calculan y hacen planes para conseguir recursos con el fin de parecer más ricos que sus vecinos; pero aunque puedan triunfar en su lucha desesperada, no son verdaderamente felices. La verdadera felicidad brota de un corazón en paz con Dios.
 [1 Ped. 3: 3-4].­ 7CBA 953 (1902).

El amor produce felicidad.
Desde un punto de vista mundano, el dinero es poder; pero desde el punto de vista cristiano, el amor es poder. Las fortalezas intelectual y espiritual están implícitas en este principio. El amor puro es especialmente eficaz para hacer el bien, y no puede hacer otra cosa sino el bien. Previene la discordia y la miseria, y produce verdadera felicidad. La riqueza es a menudo una influencia que corrompe y destruye; la fuerza es capaz de 672  herir, pero las propiedades del amor puro son la verdad y la bondad.­ 4T 138 (1876).

La aplicación de la Regla de Oro produce felicidad.
"Así  que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mat. 7: 12). El Señor enseñó este principio [la Regla de Oro] para que la humanidad fuera feliz y no desdichada; pues la felicidad no puede llegar por ningún otro camino fuera de éste. Dios desea que los seres humanos vivan la vida superior. Él les entrega la dádiva de la vida, no para que ellos simplemente la empleen en adquirir riquezas, sino para que aprovechen sus más elevadas facultades haciendo la obra que él encomendó a la humanidad: la obra de buscar, descubrir y aliviar las necesidades de sus semejantes. El hombre no debe laborar egoístamente en su propio interés, sino en interés de todos los que lo rodean; debe beneficiar a los demás con su influencia y buenas acciones. Este propósito divino se cumple en la vida de Cristo.­ MeM 170 (1902).

La felicidad resulta de obrar.
No importa cuál sea nuestra posición, o cuán limitadas sean nuestras capacidades, tenemos que hacer una obra para el Maestro. Nuestras gracias se desarrollan y maduran mediante el ejercicio. Con la verdad de Dios ardiendo en el alma no podemos estar ociosos. La felicidad que experimentaremos al obrar, compensará aun en esta vida todo el esfuerzo realizado. Únicamente aquellos que han experimentado la felicidad que resulta del esfuerzo de la negación del yo en el servicio de Cristo, pueden hablar de esto con comprensión. En realidad, es un gozo tan puro y tan profundo que el lenguaje humano no puede expresarlo.­ NEV 188 (1873).

Nuestra felicidad es la felicidad de los demás.
Cristo hace de su iglesia un hermoso templo para Dios. "Donde están dos o tres congregados en mi nombre allí estoy en medio de ellos" (Mat. 18: 20). Su iglesia es la corte de la vida 673 santa, llena de diversos dones, y dotada del Espíritu Santo. El cielo asigna deberes apropiados a cada miembro de la iglesia en la tierra, y todos deben encontrar su felicidad en la felicidad de aquellos a quienes ayudan y bendicen.­ 
NEV 166 (1910).

Beneficia todo el organismo.
Si el espíritu se siente libre y feliz, debido a la buena conciencia y a la satisfacción que se experimenta al hacer felices a los demás, se crea un sentimiento de alegría que se reflejará en todo el organismo, con lo que mejorará la circulación de la sangre y se tonificará el cuerpo. La bendición de Dios es un poder sanador, y los que son pródigos en beneficiar a los demás, recibirán esta maravillosa bendición en el corazón y la vida.­ MeM 154 (1890).
Los que siguen el camino de la sabiduría y la santidad no tendrán que deplorar horas malgastadas, ni se verán atormentados con sentimientos sombríos y de horror, como a algunos les ocurre, a menos que se entreguen a diversiones vanas e inútiles.­ MeM 154 (1872).

La felicidad al alcance de la mano.
El mundo está lleno de gente insatisfecha que pasa por alto la felicidad y las bendiciones que están al alcance de la mano, y continuamente trata de lograr una felicidad y una satisfacción que están fuera de sus posibilidades. Están permanentemente tensos por algún bien esperado y lejano, mayor que el que poseen ahora, y se encuentran siempre en un estado de desilusión. Albergan incredulidad e ingratitud al pasar por alto las bendiciones que están en su propia senda. No le dan la bienvenida a las bendiciones comunes, de todos los días, tal como los hijos de Israel no le daban la bienvenida al maná.­ 2T 640 (1871).

La diversión excita, pero luego deprime.
Los que siguen el camino de la sabiduría y la santidad no tendrán que deplorar horas malgastadas, ni se verán atormentados con sentimientos 674 sombríos y de horror, como a algunos les ocurre, a menos que se entreguen a diversiones vanas e inútiles.­ MeM 154 (1872).

Manera errada de alcanzar la felicidad (consejo a un joven).
Hace un año trabajamos en favor de Ud. Se me mostraron los peligros que corre, y queríamos salvarlo; pero veo que Ud. no ha tenido fuerzas para cumplir las resoluciones que hizo entonces. Me preocupa su caso. . . Mientras me hallaba en Battle Creek, en junio pasado, se me mostró de nuevo que Ud. no estaba progresando, y la razón de ello es que no ha recorrido un camino limpio. No disfruta de la religión. Se ha apartado de Dios y de la justicia. Ha tratado de encontrar la felicidad en forma equivocada en los placeres prohibidos; y no tiene valor moral para confesar y abandonar sus pecados, de manera que pueda alcanzar misericordia.­ 2T 291 (1869).

Conciencia limpia y aprobación de Dios versus pasiones naturales y corazón carnal.
¿De qué bien nos privaría Dios? Nos privaría de entregarnos a las pasiones naturales y al corazón carnal. No podemos enojarnos cuando agradamos al Señor y conservamos su aprobación y una conciencia limpia delante de él. Pero, ¿no estamos dispuestos a abandonar todo esto? ¿Seremos más felices si cedemos a las pasiones corrompidas? Se nos imponen restricciones precisamente para que no sea así. 
No disfrutaremos más si nos enojamos y cultivamos un carácter perverso. No fomentará nuestra felicidad el que nos dejemos conducir por el corazón natural. Y, ¿seremos mejores si nos entregamos a estas cosas? No; envolverán con sus sombras nuestros hogares, y cubrirán con un manto nuestra felicidad. Si cedemos ante nuestros apetitos naturales sólo lograremos perjudicar nuestro cuerpo y destruir nuestro organismo. Por eso el Señor quiere que le pongamos freno al apetito, controlemos las pasiones y tengamos 675 en sujeción la totalidad del ser. Y nos ha prometido fuerza si nos dedicamos a esta tarea.­ 
2T 590, 591 (1871).

Procuremos la salud y una larga vida.
El valor, la esperanza, la fe, la simpatía y el amor fomentan la salud y alargan la vida. Un espíritu satisfecho y alegre es como salud para el cuerpo y fuerza para el alma. "El corazón alegre es una buena medicina" (Prov. 17: 22, VM).­ MC 185 (1905).
Una persona cuyo espíritu es sereno y está satisfecho en Dios, se encuentra en el sendero de la salud.­ MeM 154 (1880).

Resultados de la obediencia a las leyes físicas.
Salud, vida y felicidad son el resultado de la obediencia a las leyes físicas que gobiernan nuestro cuerpo. Si nuestra voluntad y nuestro proceder están de acuerdo con la voluntad y el proceder de Dios, si hacemos lo que agrada a nuestro Creador, el mantendrá en buenas condiciones el organismo humano y restaurará las facultades morales, mentales y físicas a fin de poder obrar mediante nosotros para su gloria. Su poder restaurador constantemente se manifiesta en nuestro cuerpo. Si cooperamos con él en esa obra, los resultados seguros son salud y felicidad, paz y utilidad.­ 1CBA 1132 (1901).

Curación para los inválidos.
Que los inválidos hagan algo en lugar de ocupar sus mentes en un simple juego que los rebaja en su propia estima y les hace creer que sus vidas son inútiles. Mantengan despierta la fuerza de voluntad porque cuando ésta está alerta y se la conduce correctamente, es un poderoso tranquilizante de los nervios. Los inválidos son mucho más felices cuando están ocupados en algo, y su recuperación resulta más fácil.­ 
1T 557 (1867).

La vida en el campo y la felicidad (consejo a una madre).
Es verdad que Ud. no estará totalmente libre de preocupaciones y perplejidades en el campo; pero allí evitará muchos males y le cerrará la puerta a un diluvio de tentaciones que 676 amenazan con dominar la mente de sus hijos. Necesitan estar ocupados y atender muchas cosas. La quietud del hogar los hace sentirse incómodos e inquietos, y han caído en el hábito de mezclarse con los muchachos viciosos de la ciudad, y de este modo están obteniendo una educación callejera. . .
La vida en el campo les resultará muy beneficiosa; una vida activa, al aire libre, desarrollará la salud tanto de la mente como del cuerpo. Deberían disponer de una huerta, donde podrían encontrar a la vez entretenimiento y una actividad útil. El cultivo de plantas y flores tiende a mejorar el gusto y el juicio, al mismo tiempo que el relacionarse con la hermosa y útil creación de Dios tendrá una influencia ennoblecedora sobre la mente, que será atraída al Creador y dueño de todo.­ 4T 136 (1876). 

En procura de "nuestros derechos".
Aquellos a quienes amamos pueden hablar y obrar con descuido, y herirnos profundamente. Tal puede no haber sido su intención, pero Satanás magnifica sus palabras y actos ante la mente y así arroja un dardo de su aljaba para atravesarnos. Nos erguimos para resistir a la persona que pensamos nos hirió, y al hacerlo estimulamos las tentaciones de Satanás.  

En vez de pedir a Dios fuerza para resistir a Satanás, permitimos que nuestra felicidad quede empañada tratando de defender lo que llamamos "nuestros derechos". 

Así concedemos una doble ventaja a Satanás. Obramos de acuerdo a nuestros sentimientos agraviados, y Satanás nos emplea como agentes suyos para herir y angustiar a aquellos que no se proponían perjudicarnos.­ 1JT 107, 108 (1862).

Dios elimina los obstáculos que se oponen a la felicidad.
Dios procura nuestra verdadera felicidad. Si hay alguna cosa que se interpone en el camino hacia ésta, Dios quiere que sea quitada. El frustrará nuestros propósitos y chasqueará nuestras expectativas, y a través del chasco y de las dificultades, hará que nos conozcamos tal como somos. . . El pecado 677 es la causa de todos nuestros males. Si queremos tener verdadera paz y felicidad debemos suprimir el pecado.­ NEV 83 (1879).

Algunos no serían felices en el cielo.
¿Acaso podrían aquellos que han pasado su vida en rebelión contra Dios ser transportados de pronto al cielo y contemplar el alto y santo estado de perfección que allí se ve, donde toda alma rebosa de amor y todo semblante irradia alegría, la música arrobadora se eleva en acordes melodiosos en honor a Dios y al Cordero, y brotan raudales de luz del rostro de Aquel que está sentado en el trono e inundan a los redimidos? ¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están llenos de odio hacia Dios, a la verdad y a la santidad alternar con los ejércitos celestiales y unirse a sus cantos de alabanza? ¿Podrían soportar la gloria de Dios y del Cordero? No, no; años de pruebas les fueron concedidos para que pudiesen formar caracteres para el cielo; pero nunca se acostumbraron a amar lo que es puro; nunca aprendieron el lenguaje del cielo, y ya es demasiado tarde.
Una vida de rebelión contra Dios los ha inhabilitado para el cielo. La pureza, la santidad y la paz que reinan allí serían para ellos un tormento; la gloria de Dios, un fuego consumidor. Ansiarían huir de aquel santo lugar. Desearían que la destrucción los cubriese de la faz de Aquel que murió para redimirlos. La suerte de los malos queda determinada por la propia elección de ellos. Su exclusión del cielo es un acto de su propia voluntad y un acto de justicia y misericordia por parte de Dios.­ CS 598 (1888).

Su vida puede ser gozosa.
Tengamos todos confianza en Dios. Avancemos a través de las sombras que Satanás arroja sobre nuestra senda, y aferrémonos del brazo de Jesús, el poderoso. Deje su caso en sus manos. Que su oración sea: "Señor: te presento mi petición. Pongo mi confianza en ti, y te pido la bendición que tú consideres mejor para mi utilidad presente y futura y para mi eterno bien". Y cuando 678 se levante, ¡crea! Cuando el enemigo se aproxime con sus tinieblas, cante acerca de la fe y hable en cuanto a la fe, y  descubrirá que por medio del canto y de la conversación  entra la luz en su vida.
"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: ¡Regocijaos!" (Fil. 4: 4). Los que hacen esto disfrutan de una vida gozosa. Nada desagradable procede de sus labios o de la atmósfera que rodea al alma, porque no se sienten mejores que los demás. Escóndase en Jesucristo; en ese caso todo el tiempo la verdad de Dios estará preparándolo para la futura vida inmortal. Cuando confía en el poderoso, su experiencia no es prestada; le pertenece.­ Ms 91, 1901.

Cómo proyectar la felicidad hacia la eternidad.
A medida que entramos por Jesús en el descanso, empezamos aquí a disfrutar del cielo. Respondemos a su invitación: "Venid, aprended de mí", y al venir así comenzamos la vida eterna. El cielo consiste en acercarse incesantemente a Dios por Cristo. Cuanto más tiempo estemos en el cielo de la felicidad, tanto más de la gloria se abrirá ante nosotros; y cuanto más conozcamos a Dios, tanto más intensa será nuestra felicidad. A medida que andamos con Jesús en esta vida, podemos estar llenos de su amor, satisfechos con su presencia.
Podemos recibir aquí todo lo que la naturaleza humana puede soportar. Pero, ¿qué es esto comparado con lo que nos espera más allá? Allí "están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo: y el que está sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. No tendrán más hambre, ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni ningún otro calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos" (Apoc. 7: 15-17).­ DTG 299 (1898). 2MCP EGW