martes, 25 de septiembre de 2012

X) LA SALUD MENTAL 45. “La Individualidad”


La individualidad es poder.-
Cada ser humano, creado a la imagen de Dios, está dotado de una facultad semejante a la del Creador: la individualidad, la facultad de pensar y hacer. Los hombres en quienes se desarrolla esta facultad son los que llevan responsabilidades, los que dirigen empresas, los que influyen sobre el carácter.­ Ed 17 (1903).
Cada cual tiene su propia individualidad.-
El evangelio trata con individuos. Cada ser humano tiene un alma que salvar o perder. Cada cual tiene una individualidad separada y diferente de todas las demás. Cada cual debe convencerse por sí mismo, convertirse por sí mismo. Debe recibir la verdad, arrepentirse, creer y obedecer por sí mismo. Debe ejercer su voluntad por sí mismo. Nadie puede hacer esta obra por intermedio de otra persona. Nadie puede sumergir su individualidad en la de otro. Cada cual debe entregarse a Dios por sí mismo y por el misterio de la piedad.­ Ms 28, 1898.
Unidad en la diversidad.-
Es el plan de Dios que haya unidad en la diversidad. Nadie puede ser criterio para otro. Las  diversas actividades que se nos confían están proporcionadas a nuestras diversas capacidades. Se me ha instruido claramente en el sentido de que Dios dota a los hombres con diferentes grados de capacidad, y después los ubica donde pueden hacer la obra para la cual están mejor preparados. Cada obrero debe dar a sus colaboradores el respeto que desea se le manifieste.­ Carta 111, 1903.

Las mentes de los hombres son diferentes.-
¿Por qué necesitamos de Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Pablo y otros autores que dieron su testimonio con respecto a la vida del Salvador durante su ministerio terrenal? ¿Por qué no pudo haber escrito uno de esos discípulos un relato completo para darnos así un informe bien eslabonado de la vida y la obra de Cristo?
Los evangelios son diferentes, y sin embargo el relato se combina en un armonioso conjunto. Un escritor presenta detalles que el otro no da. Si estos detalles son esenciales, ¿por qué no los mencionan todos los autores? Se debe a que las mentes de los hombres difieren, y no entienden las cosas exactamente de la misma manera. Algunas verdades atraen con mucho más fuerza las mentes de cierta clase de personas y no de otras. Este mismo principio se aplica a los oradores. Algunos dedican mucho tiempo a ciertos puntos que otros tratarían rápidamente o que no los mencionarían para nada. Por eso varias personas presentan la verdad con más claridad que una sola.­Ms 87, 1907.
La individualidad no debe ser destruida.-
El Señor no quiere que se destruya nuestra individualidad; no es su propósito que dos personas sean exactamente iguales en gustos y disposiciones. Todos tienen características peculiares, y éstas no deben destruirse, sino educarse, moldearse, transformarse a la similitud de Cristo. El Señor convierte las actitudes y las capacidades naturales, en instrumentos provechosos. En el desarrollo de las facultades que Dios ha dado, los talentos y las habilidades crecen, si el instrumento  humano reconoce el hecho de que sus facultades le han sido confiadas por Dios, para ser usadas, no con propósitos egoístas. . . sino para la gloria de Dios y el bien de sus semejantes.­ NEV 92 (1894).
Cada niño debe tener su individualidad.-
Se puede disciplinar a un niño para que no tenga voluntad propia, como si fuera un animal, con su individualidad sumergida en la de su maestro. . . Pero, en la medida de lo posible, cada niño debería ser educado para bastarse a sí mismo. Al poner en funcionamiento sus diversas facultades, sabrá dónde es más fuerte y en qué es deficiente. El sabio instructor prestará especial atención al desarrollo de los rasgos más débiles, de manera que el niño pueda formar un carácter bien equilibrado y armonioso.­ RH, 10 de enero de 1882; (FE 57).

El matrimonio no debe destruir la individualidad.-
Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno sobre otro. No intentéis imponer vuestros deseos uno a otro. No podéis hacer esto y conservar el amor mutuo. Sed bondadosos, pacientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante la gracia de Dios podéis haceros felices uno al otro, tal como lo prometisteis al casaros.­ MC 279, 280 (1905).
Ambos esposos deben conservar su individualidad (consejo para los recién casados).-
En vuestra unión para toda la vida, vuestros afectos deben contribuir a vuestra felicidad mutua. Cada uno debe velar por la felicidad del otro. Tal es la voluntad de Dios para con vosotros. Mas aunque debéis confundiros hasta ser uno, ninguno de los dos debe perder su individualidad. Dios es quien posee vuestra individualidad; y a él debéis preguntar: ¿Qué es bueno?, ¿qué es malo? y ¿cómo puedo alcanzar mejor el blanco de mi existencia? "No sois vuestros. Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Cor. 6:19, 20). Vuestro amor por lo que es humano debe ser secundario a vuestro amor a Dios. La abundancia de vuestro amor debe dirigirse hacia aquel que dio su vida pos vosotros. El alma que vive para Dios le tributa el mejor de sus afectos. ¿Se dirige la mayor parte de vuestro amor hacia Aquel que murió por vosotros? Si es así, vuestro amor recíproco será conforme al orden celestial.­ 3JT 95, 96 (1902).  Tenemos una individualidad que nos es propia, y la de la esposa nunca debe sumergirse en la de su esposo.­ Ms 12, 1895.
La consagración embellece la individualidad.-
Una vida consagrada al servicio de Dios se desarrollará y embellecerá en su individualidad. Nadie debe sumergir su individualidad en la de otro, sino que todos, como personas, debemos ser injertados en la cepa madre, para que haya unidad en la diversidad. El gran Artista maestro no ha hecho dos hojas del mismo árbol exactamente iguales; de modo que su poder creador no le da a todas las mentes la misma identidad. Han sido creadas para vivir por las edades sin fin, y debe haber completa unidad, una mente combinándose con la otra; pero ni siquiera dos deben corresponder al mismo molde.­ Ms 116, 1898.

Dios da a cada persona una obra individual.-
Hay que estudiar las cosas del mundo natural, y hay que aplicar sus lecciones a la vida espiritual, al crecimiento espiritual. Dios, no el hombre, le ha dado a cada ser humano su tarea. Esta es una obra individual: la formación de un carácter de acuerdo con la semejanza divina. El lirio no debe luchar para ser semejante a la rosa. Hay diferencias en la formación de las flores y de los frutos, pero todos reciben sus diferencias de Dios. Todos son del Señor. De manera que es designio divino que incluso los mejores hombres no tengan todos el mismo carácter.­ Ms 116, 1898.
Respetándose mutuamente.-
Cada uno de nosotros tiene  una obra que hacer. Podemos ser de diferentes nacionalidades, pero todos debemos ser uno en Cristo. Si permitimos que las peculiaridades de carácter y de disposición nos separen aquí, ¿cómo podemos esperar vivir juntos en el cielo? Debemos tener amor y respeto unos por otros. Debe existir entre nosotros la unidad por la cual Cristo oró. Hemos sido comprados por precio y debemos glorificar a Dios en nuestros cuerpos y en nuestros espíritus.­ Ms 20, 1905.
Fracasaremos completamente si copiamos a los demás.-
Si alguien trata de copiar el carácter de otro hombre, fracasará completamente. Cada persona debe mirar a Dios por sí misma, y trabajar a conciencia y con fidelidad con los talentos que Dios le ha dado. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" ( Fil. 2: 12, 13). Está en usted, mi hermano, en usted; no en otro por usted. Usted debe tener una experiencia individual. Entonces se regocijará en usted mismo, no en otro.­Ms 116, 1898.

Cada mente tiene una fortaleza peculiar.-
Me da pena ver el poco valor que se le adjudica a hombres a quienes Dios ha usado y que aún desea usar. Quiera el Señor que la mente de cada hombre no siga en los canales de la mente de otro hombre. La mente de un hombre puede ser exaltada por algunos como si en todo sentido fuera superior, pero cada mente tiene sus debilidades y sus fortalezas peculiares. La mente de un hombre suplirá la deficiencia de otro. Pero si todos trabajan sometidos a la misma rienda, y se los anima a mirar, no a los hombres para saber cuál es su deber, sino a Dios, se desarrollarán bajo la dirección del Espíritu Santo, y trabajarán en unidad con sus hermanos. Uno suplirá lo que a otro le falta.­ Carta 50, 1897.
No hay que modelar las mentes de los demás.-
Dios le ha dado a cada hombre una responsabilidad individual. "Ocupaos  en vuestra salvación con temor y temblor". Un hombre no debe ocuparse en la salvación de otro hombre. No debe convertirse en la copia de la mente de otro. Se le pide que obre según su capacidad y de acuerdo con la habilidad que Dios le ha dado. Nadie, no importa cuál sea su experiencia ni su cargo, debe creer que está llevando a cabo una obra maravillosa cuando modela de acuerdo con su propia mente la mente de cualquier otro ser humano, y le enseña a comunicar los sentimientos que él podría expresar. Esto se ha hecho una y otra vez en detrimento de los seres humanos.­ Ms 116, 1898.
No debe ser la sombra de otros.- *
¡Oh, cuánto necesitan los obreros el espíritu de Jesús para que los transforme y los modele como le dan forma a la arcilla las manos del alfarero! Cuando tengan este espíritu, no habrá diferencias entre ellos; nadie será tan obtuso como para pretender que todo se haga a su manera, de acuerdo con sus ideas; no habrá sentimientos inarmónicos entre él y los obreros, sus hermanos, que no logran alcanzar su norma. El Señor no quiere que ninguno de sus hijos sea una sombra de los demás; sino que cada cual sea su propio yo, refinado, santificado y ennoblecido al imitar la vida y el carácter del gran Modelo. El espíritu estrecho, cerrado, exclusivo, que mantiene todo dentro del ámbito de su propio yo, ha sido una maldición para la causa de Dios, y siempre lo será dondequiera se le permita manifestarse.­ RH, 13 de abril de 1886.

Nadie debe sumergir su mente en la de otro.-
Dios le permite a cada ser humano que manifieste su individualidad. No quiere que nadie sumerja su mente en la de otro mortal. Los que quieren ser transformados en mente y carácter, no deben mirar a los hombres, sino al Ejemplo divino. Dios envía esta invitación: "Haya, pues, en vosotros este sentir  [mente] que hubo también en Cristo Jesús". Mediante la conversión y la transformación los hombres han de recibir la mente de Cristo. Cada cual debe comparecer delante de Dios con una fe individual, con una experiencia personal, sabiendo por sí mismo que Cristo, la esperanza de gloria, se ha formado en su interior. Si nosotros imitáramos el ejemplo de cualquier hombre, incluso de alguien a quien consideráramos casi perfecto en carácter, sería como si pusiéramos nuestra confianza en un ser humano defectuoso, incapaz de impartir una jota o un tilde de perfección.­ ST, 3 de septiembre de 1902.
Para tener mentes vigorosas.-
Está bien que el Hno. y la Hna.­­­­­, y el Hno. y la Hna.­­­­­tengan mentes vigorosas. Cada cual debe conservar su individualidad. Cada cual debe mantener su individualidad y no permitir que se sumerja en la de otro. Ningún ser humano debe ser la sombra de otro. Los siervos de Dios deben trabajar juntos en una unidad que combine una mente con otra.­ Carta 44, 1903.
Una medida individual.-
Ningún hombre puede crecer hasta llegar a la plena estatura de otro hombre. Cada cual debe alcanzar su propia medida individual por sí mismo. Cada cual debe crecer bajo la supervisión de Dios.­ Ms 116, 1898.

La vida interior no puede ser compartida plenamente con otro.-
Considerada en su aspecto humano, la vida es para todos un sendero desconocido. Es un camino por el cual, en lo que a nuestras más íntimas experiencias se refiere, andamos solos. Ningún otro ser humano puede penetrar plenamente en nuestra vida íntima. Al emprender el niño ese viaje en el cual tarde o temprano deberá escoger su curso y decidir las consecuencias de la vida para la eternidad, ¡cuán ferviente debería ser el esfuerzo hecho para dirigir su fe al Guía y Ayudador infalible!­ Ed 255 (1903).
El carácter es personal.-
Cada uno de nosotros tiene una obra que hacer para el tiempo y la eternidad. Dios aborrece la indiferencia con respecto a la formación del carácter.­ Carta 223, 1903.
Reconocimiento de los derechos del hombre.-
Una de las más elevadas aplicaciones de estos principios [el reconocimiento de las responsabilidades personales] se encuentra en el reconocimiento del derecho del hombre a ser él mismo, al control de su propia mente, a la administración de sus talentos, al derecho de recibir e impartir el fruto de su propio trabajo. El vigor y el poder se manifestarán en nuestras instituciones sólo si se reconocen estos principios en sus relaciones con sus semejantes; sólo si en sus transacciones dan lugar a la instrucción de la Palabra de Dios.­ 7T 180 (1902).

Dependientes de Cristo.-
Cada alma tiene su individualidad. Cada alma debe vivir hora tras hora en comunión con Cristo; porque él dice: "Separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15: 5). Sus principios deben ser nuestros principios; porque estos principios son la verdad eterna, proclamada en justicia, bondad, misericordia y amor.­ Carta 21, 1901.
Conservar la individualidad en la experiencia cristiana.-
Enseñen a cada alma a descansar plenamente en el brazo del poder infinito. Hay una individualidad en la experiencia cristiana que debe ser preservada en cada ser humano, y no le debe ser quitada esa responsabilidad a ninguna alma. Cada cual tiene que librar sus propias batallas, tiene que lograr su propia experiencia cristiana, independiente en algunos sentidos de cualquier otra alma; y Dios quiere que aprenda por sí mismo algunas lecciones que nadie puede aprender por él.­ Ms 6, 1889.

(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)

No hay comentarios:

Publicar un comentario