*Las razones de la existencia.
La ley de Dios es una ley de amor. Él nos
rodeó de hermosura para enseñarnos que no estamos en la tierra únicamente para
mirar por nosotros mismos, para cavar y construir, para trabajar e hilar, sino
para hacer la vida esplendorosa, alegre y bella por el amor de Cristo. Así como
las flores, hemos de alegrar otras vidas con el misterio del amor. DMJ 83
(1896).
El amor satisface las necesidades íntimas.
El amor debe ser el principio que impulse a
obrar. El amor es el principio fundamental del gobierno de Dios en los cielos y
en la tierra, y debe ser el fundamento del carácter del cristiano. Sólo esto
puede habilitarlo para resistir la prueba y la tentación. PVGM 29, 30 (ed. PP);
28 (ed. ACES) (1900).
Cultiven el amor.
Hay que cultivar el amor a Dios y al prójimo,
porque es tan precioso como el oro. Necesitamos ahora representar de la mejor
manera posible el carácter de la 632
religión pura e incontaminada que, tanto por su naturaleza como por sus
requerimientos, es lo contrario del egoísmo. Un amor como el que Cristo
ejemplificó es incomparable; su valor supera al del oro, la plata o las piedras
preciosas. Debemos orar por el amor que Cristo poseía, y procurarlo. El
cristiano que lo posea tendrá un carácter que estará por encima de las
debilidades humanas. Carta, 335, 1905.
Todos necesitan amor.
La razón por la cual hay tantos hombres y
mujeres de corazón duro en nuestro mundo, es que el verdadero afecto ha sido
considerado debilidad, y se lo ha desalentado y reprimido. Lo mejor de la
naturaleza de las personas de esta clase ha sido pervertido y empequeñecido en
la infancia, y a menos que los rayos de la luz divina logren derretir su
frialdad y la dureza de su corazón egoísta, la felicidad de los tales está
sepultada para siempre. Si quisiéramos tener corazones tiernos, como el que
tuvo Jesús cuando estuvo sobre la tierra, y una simpatía santificada, como la
que tienen los ángeles por los mortales pecadores, cultivaríamos la simpatía de
los niños, que es la sencillez misma.
3T 539 (1875).
El corazón: una fuente de amor.
Ni el Hno. K ni su esposa tienen experiencia
en hacer sacrificios en favor de la verdad, en ser ricos en buenas obras,
mediante el depósito de sus tesoros en el cielo. No han ejercido cuidado, ni
simpatía, ni paciencia con sus hijos dependientes y amantes. Han consultado su
propia conveniencia egoísta. Sus corazones no han sido una fuente capaz de alimentar
surtidores vivientes de ternura y afecto. Al bendecir a los demás con amables
palabras de amor y actos de misericordia y benevolencia, recibirán una
bendición ellos mismos. Han sido muy estrechos en el ámbito de su utilidad. 2T
649, 650 (1871).
El amor al yo destruye la paz.
Es el amor a uno mismo lo que destruye nuestra
paz. Mientras viva el yo, estaremos siempre dispuestos a protegerlo contra los
insultos y la 633 mortificación; pero
cuando hayamos muerto al yo y nuestra vida esté escondida con Cristo en Dios,
no tomaremos a pecho los desdenes y desaires. Seremos sordos a los vituperios y
ciegos al escarnio y al ultraje. "El amor es sufrido, es benigno; el amor
no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido,
no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más
se goza en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser" (1 Cor. 13: 4-8). DMJ 19 (1896).
La seguridad se basa en el pensamiento recto.
Debemos sentir siempre el poder ennoblecedor
de los pensamientos puros. La única seguridad para el alma consiste en pensar
bien, pues acerca del hombre se nos dice: "Cuál es su pensamiento en su
alma, tal es él" (Prov. 23: 7). El poder del dominio propio se acrecienta
con el ejercicio. Lo que al principio parece difícil, se vuelve fácil con la
práctica, hasta que los buenos pensamientos y acciones llegan a ser habituales.
Si queremos, podemos apartarnos de todo lo vulgar y degradante y elevarnos
hasta un alto nivel, donde gozaremos del respeto de los hombres y del amor de
Dios. MC 392 (1905).
La falta de afecto produce depravación.
En las abominaciones de los cananeos, el Señor
presentó a Israel los resultados que tiene la comunión con los espíritus malos;
eran sin afectos naturales, idólatras, adúlteros, asesinos y abominables por
todos sus pensamientos corrompidos y prácticas degradantes. PP 744 (1890).
El fruto de la malicia es la muerte.*
El espíritu de odio y de venganza tuvo su origen
en Satanás, y lo llevó a dar muerte al Hijo de Dios. Quienquiera que abrigue
malicia u 634 odio, abriga el mismo espíritu; y su fruto será la muerte. En el
pensamiento vengativo yace latente la mala acción, así como la planta yace en
la semilla. "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis
que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él" (1 Juan 3: 15). DMJ 51 (1896).
La necesidad de amistad.
Muchos podrían estar libres de las influencias
pecaminosas si estuvieran rodeados de buenas amistades y si se les dirigieran
palabras bondadosas y amables. 4T 364 (1879).
Es natural que busquemos sociabilidad.
Es natural buscar compañía. Cada uno hallará
compañeros o los hará. Y la intensidad de la amistad determinará la influencia
que los amigos ejerzan unos sobre otros, para bien o para mal. Todos tendrán
amistades, influirán en ellas y recibirán su influencia.
Es misterioso el vínculo que une los corazones
humanos de manera que los sentimientos, los gustos y los principios de dos
personas quedan íntimamente fusionados. Uno recibe el espíritu del otro y copia
sus modales y actos. Así como la cera conserva la figura del sello, la mente
retiene la impresión producida por el trato y la asociación con otros. La
influencia puede ser inconsciente, mas no por eso es menos poderosa. 1JT 585
(1881).
El hombre fue creado para la sociabilidad.
El Señor creó al hombre para la sociabilidad,
y es su propósito que estemos imbuidos de la naturaleza bondadosa y amable de
Cristo, y que por medio de la amistad nos unamos en íntima relación como hijos
de Dios, a fin de hacer una obra para el tiempo y la eternidad.
Carta 26a,
1889; (MM 48, 49).
El orgullo destruye la amistad.
Ellos [los enemigos de Cristo] percibían la
majestad, la pureza y la belleza de la verdad, [Jesús] con su influencia
profunda y suave, echaba hondas 635 raíces en muchas mentes. . . [Jesús] estaba
derribando la muralla de separación que había levantado su orgullo y su
exclusivismo [de los fariseos], y temieron que, si se lo permitían, alejaría
completamente de ellos al pueblo. Por eso lo seguían con resuelta hostilidad,
al acecho de alguna ocasión para malquistarlo con la muchedumbre, lo cual
permitiría al Sanedrín obtener su condenación y su muerte. DMJ 45 (1896).
El compañerismo y el carácter.
Se ha dicho con verdad: "Dime con quién
andas y te diré quién eres". Los jóvenes no comprenden cuán sensiblemente
quedan afectados su carácter y su reputación por su elección de compañías. Uno
busca la compañía de aquellos cuyos gustos, hábitos y prácticas congenian con
los suyos.
El que prefiere la sociedad de los ignorantes
y viciosos a la de los sabios y buenos, demuestra que su propio carácter es
deficiente. Puede ser que al principio sus gustos y hábitos sean completamente
diferentes de los gustos y hábitos de aquellos cuya compañía procura; pero a
medida que trata con esta clase, cambian sus pensamientos y sentimientos;
sacrifica los buenos principios, e insensible, aunque inevitablemente,
desciende al nivel de sus compañeros. Como un arroyo adquiere las propiedades
del suelo donde corre, los principios y hábitos de los jóvenes se tiñen
invariablemente del carácter de las compañías que tratan.
CM 212 (ed. PP);
170, 171 (ed. ACES) (1913).
Una relación que todos deberían desarrollar.
Dios nos ha unido como miembros de una
familia, y todos deberíamos alentar esta relación. Hay servicios que debemos
prestar a los demás que no podemos ignorar si hemos de guardar los mandamientos
de Dios. Vivir, pensar y obrar para uno mismo equivale a convertirse en
inútiles como siervos de Dios. Los títulos resonantes y los grandes talentos no
son esenciales para ser buenos ciudadanos y cristianos ejemplares. 4T 339, 340
(1879). 636
Un vínculo de unión.
El más tierno vínculo terrenal es el que une a
la madre con su hijo. El niño se impresiona más con la vida y el ejemplo de la
madre que con los del padre; porque los une un vínculo más fuerte y más tierno.
Las madres tienen una pesada responsabilidad. Si yo pudiera comunicarles la
obra que pueden hacer para moldear las mentes de sus hijos, sería feliz. 2T
536 (1870).
Cristo, el mayor amigo.
Las compañías tienen gran importancia. Podemos
formar muchas amistades agradables y provechosas; pero ninguna es tan valiosa
como la que se forma cuando el hombre finito se relaciona con el Dios infinito.
Cuando estamos unidos a él de esa manera, las palabras de Cristo moran en
nosotros. . . El resultado se revelará en un corazón purificado, una vida
sobria, un carácter inmaculado. Pero solamente merced al trato y la asociación
con Cristo podemos asemejarnos a él, ejemplo único e impecable. MeM 196
(1885).
Consuelo para la mente y paz para el alma.
El médico que demuestre que es digno de ser
nombrado director del sanatorio, hará una gran obra. Pero su tarea en el
aspecto religioso debería ser siempre de tal naturaleza, que el antídoto divino
para el alivio de las almas abrumadas por el pecado esté siempre presente
delante de los pacientes. Todos los médicos deberían comprender que hay que
hacer esta obra con ternura y sabiduría. Cuando se traen para su tratamiento
pacientes mentales a nuestras instituciones, las consoladoras palabras de
verdad dirigidas al afligido serán a menudo el medio para calmar la mente y
restaurar la paz del alma.
Carta 20, 1902; (MM 189).
Un don de Dios.
Todo buen impulso o aspiración es un don de
Dios; la fe recibe de Dios la única vida que puede producir desarrollo y
eficiencia verdaderos.
Ed 253 (1903).
La íntima satisfacción de hacer el bien.
El altruismo, 637 principio básico del reino
de Dios, concita el odio de Satanás, que niega hasta su misma existencia. Desde
el comienzo del gran conflicto ha tratado de demostrar que los principios que
constituyen el fundamento de la actividad divina son egoístas, y califica del
mismo modo a todos los que sirven a Dios. La obra de Cristo y la de todos los
que llevan su nombre consiste en refutar las acusaciones de Satanás.
Jesús vino en forma humana para ofrecer en su
propia vida un ejemplo de altruismo. Y todos los que aceptan este principio
deben ser colaboradores con él, demostrándolo en la vida práctica. Escoger la
justicia por la justicia misma; ponerse de parte de la verdad aunque cueste
sufrimiento y sacrificio, "ésta es la herencia de los siervos de Jehová, y
su salvación de mí vendrá, dijo Jehová" (Isa. 54: 17).
Ed 154, 155
(1903).
La Ley de Dios permite que haya confianza y
cooperación.
Por todo lo que hace posible la confianza y la
cooperación, el mundo es deudor a la Ley de Dios, según la da su Palabra, y
según se puede encontrar aún, en rasgos a menudo oscuros y casi borrados, en el
corazón de los hombres. Ed 137 (1903).
Éxito versus dinero.
Cuando nos pongamos en la debida relación con
Dios, tendremos éxito dondequiera que vayamos; y si lo que deseamos es tener
una vida de éxito y no dinero, Dios nos la dará porque él sabe todo lo
relacionado con nuestra abnegación. Conoce cada sacrificio que hemos realizado.
Podéis pensar que vuestra abnegación carece de importancia, que deberíais
recibir más consideración, pero es importante delante del Señor.
Se me ha mostrado repetidamente que cuando las
personas comienzan a buscar salarios cada vez más elevados, en su experiencia
ocurre algo que los coloca en terreno desventajoso. Pero cuando aceptan un
sueldo que pone de manifiesto su abnegación, el Señor ve su renunciamiento
personal y les proporciona éxito y victoria. Esto me ha sido 638 presentado en
repetidas ocasiones. El Señor que ve en secreto recompensará públicamente cada
sacrificio que sus siervos leales hayan estado dispuestos a realizar. 2MS 205
(1913).
La seguridad no depende de las riquezas.-
Muchos creen que encontrarán seguridad en las
riquezas terrenales. Pero Cristo trata de eliminar del ojo de ellos la mota que
oscurece su visión para capacitarlos de modo que puedan ver el más excelente y
eterno peso de gloria. Están confundiendo fantasmas con la realidad, y han
perdido de vista las glorias del mundo eterno. Cristo los invita a proyectar su
mirada más allá del presente para añadir eternidad a su visión. Carta 264,
1903; (SD 247).
La confianza en Dios da verdadera seguridad.
Satanás sabe muy bien que el alma más débil,
pero que permanece en Jesús, puede más que todas las huestes de las tinieblas,
y que si se presentase abiertamente se le haría frente y se le resistiría. Por
esto trata de atraer a los soldados de la cruz fuera de su baluarte, mientras
que él mismo permanece con sus fuerzas en emboscada, listo para destruir a
todos aquellos que se aventuren a entrar en su territorio. Sólo podemos estar
seguros cuando confiamos humildemente en Dios y obedecemos todos sus
mandamientos. CS 584, 585 (1888).
Dios ofrece seguridad.
Dios desea que escojamos lo celestial en vez
de lo terrenal. Nos presenta las posibilidades de una inversión celestial.
Quisiera estimular nuestros más elevados blancos, asegurar nuestro más selecto
tesoro. Declara: "Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que
oro de Ofir al hombre" (Isa. 13: 12). Cuando hayan sido arrasadas las
riquezas que la polilla devora y el orín corrompe, los seguidores de Cristo
podrán regocijarse en su tesoro celestial: las riquezas imperecederas.
PVGM 308
(ed. PP); 264 (ed. ACES) (1900). 639
Influencia santificadora de la verdad.
La única seguridad para toda alma consiste en
pensar con rectitud. Debemos emplear todos los medios que Dios ha puesto a
nuestro alcance para el gobierno y cultivo de nuestros pensamientos. Tenemos
que poner nuestras mentes en armonía con su mente. Su verdad nos santificará en
cuerpo, alma y espíritu, y recibiremos poder para elevarnos por encima de la tentación.
Las palabras que pronunciemos entonces serán sabias. Carta 123, 1904.
Cuando se aplica la verdad mejora la salud.
Cuando los hombres que se han complacido en
hábitos incorrectos y prácticas pecaminosas se rinden al poder de la verdad
divina, la aplicación de esa verdad al corazón revitaliza las facultades
morales que parecían estar paralizadas. El receptor llega a tener una
comprensión más fuerte y más clara que antes de que su alma se asegurase a la
Roca eterna. Aun su salud física mejora al darse cuenta de que está seguro en
Cristo. La bendición especial de Dios, que descansa sobre el receptor, es de
por sí salud y fuerza. Te 96 (1890).
Alivio de la culpa.
El paralítico encontró en Cristo curación para
su alma y para su cuerpo. Necesitaba la salud del alma antes de poder apreciar
la salud del cuerpo. Antes de poder sanar la enfermedad física, Cristo tenía
que infundir alivio al espíritu y limpiar el alma de pecado. No hay que pasar
por alto esta lección. Actualmente miles que adolecen de enfermedades físicas
desean, como el paralítico, oír el mensaje: "Tus pecados te son
perdonados". La carga del pecado, con su desasosiego y sus deseos nunca
satisfechos, es la causa fundamental de sus enfermedades. No podrán encontrar
alivio mientras no acudan al Médico del alma. La paz que él solo puede dar
devolverá el vigor a la mente y la salud al cuerpo.
MC 52 (1905).
Fortaleza para el día.
Los ángeles, que harán por vosotros lo que no
podéis hacer por vosotros mismos, esperan 640 vuestra cooperación. Esperan que
respondáis a la atracción de Cristo. Acercaos a Dios y uno al otro. Mediante
vuestros deseos, vuestras oraciones silenciosas, vuestra resistencia a los
instrumentos satánicos, poned vuestra voluntad de parte de la de Dios. Mientras
tengáis el deseo de resistir al diablo, y oréis sinceramente diciendo:
"Líbrame de la tentación", tendréis fortaleza para el día.
La obra de los ángeles consiste en acercarse a
los probados, tentados y sufrientes. Trabajan mucho tiempo e incansablemente
para salvar a las almas por las cuales Cristo murió. HHD 38 (1899). 641
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